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Ayer, día 11-08-2022, en la tarde, a las 18 horas (9 + 9), mi esposa Piedad y yo bautizamos a una mujer (la mujer en la Palabra representa a la Iglesia).
Ella fue traída hasta nosotros providencialmente, cuando el Señor permitió que cierta circunstancia adversa me llevara hasta ella, “casualmente” el 11-09-2021, que, como ustedes saben, es una fecha muy significativa, pues se trataba del aniversario nº 22 (11 + 11) del famoso evento de las Torres Gemelas del 2001, que marcó el inicio de la caída de Misterio Babilonia, es decir, de la hora Undécima o Tiempo del Fin. En nuestro encuentro surgió casualmente el tema de la PLANDEMIA, cosa en la que concordamos. Entonces le mencioné que podía encontrar mucha información al respecto en mi blog TABERNÁCULOS, advirtiéndole que era un blog cristiano, aunque no católico.
No le dimos importancia y pensé que ni se acordaría del nombre del blog, pues no lo anotó. Pero, días más tarde, el 19/09/21, para mi sorpresa ella dejó un comentario en una entrada de mi blog o por el formulario de contacto, no lo recuerdo bien. Lo leí pero no lo relacioné con ella, pues ni siquiera conocía su nombre. Al preguntar, ella me recordó nuestro “casual” encuentro. Desde ahí nos asociamos en Telegram y durante todos estos 11 meses muchas veces intercambiamos conversaciones acerca del Señor.
Resultó que ella había estado incursionando en algún canal cristiano de YouTube. Continué facilitándole bastante información de mis blogs y contestando las muchas preguntas que quiso formularme. Los libros de Rebecca Brown resultaron claves, pues me había contado que estaba muy metida en el mundo de lo oculto y la Nueva Era. A raíz de ello empezó a deshacerse de todo su arsenal ocultista...
El 25-03-2022 por primera vez manifestó su interés en que nos viéramos y tomáramos un café, para conocernos personalmente, cosa que no ocurriría hasta el mismo día de ayer.
El 23-06-2022, tras 32 días de silencio, 9 meses (número de visitación) después de conocernos, volvió a escribirme en Telegram para decirme que quería recibir el bautismo. El 29 de junio volvió a hacerlo, pero no fue hasta el pasado miércoles día 10-08-2022 que propuso hacerlo “hoy o mañana”. Quedamos para el día siguiente, 11-08-2022, pues yo había tenido una intervención hospitalaria menor el mismo día en la mañana y estaría indispuesto el día 10.
Como pueden ver, tanto el día que nos conocimos, como el día del bautismo (11 meses más tarde) los eligió ella; es decir, el Señor a través de ella. Yo había estado orando que fuera un evento confirmatorio en relación con el despegue de nuestro ministerio y que a su vez fuera significativo en el contexto de las fechas de observación de Stephen Jones del 2 al 12 de agosto (ver “La Llave de David - La Batalla por las Puertas: 2 al 12 de agosto de 2001”).
Sin profundizar demasiado en la gematría de las fechas, materia en la que soy bastante lego, el bautismo de esta hermana a primera vista parece estar marcado por los números 11, 8 y 9. El bautismo fue el día 11, del mes 8º, del año 22, que, de nuevo, es 11 + 11. El 9 lo señalan principalmente los 9 meses desde que nos conocimos hasta que se bautizó, precisamente, en el 9º mes y de nuevo en día 11.
En nº 11 representa el desorden, pero en términos positivos representa a los llamados en la Hora Undécima o Tiempo del Fin, que tendrán igual salario que los que ya llevan largo tiempo laborando para el Señor en su Viña. Podríamos decir que la “mujer”, primeramente representativa de la Iglesia en desorden y en segundo lugar de los nuevos obreros desocupados hasta este tiempo, es llamada al orden y enviada a trabajar en la Viña (ver significado del número 11 a pie de página). Lo del Tiempo del Fin lo confirma el que la fecha de nuestro primer encuentro fuera el 22 (11 + 11), aniversario del famoso 11-S, que marcó el comienzo de la caída del Sistema Babilónico, del Globalismo o Estado Profundo.
El 8, mes del bautismo, representa la resurrección, [“...este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (Lucas 15: 32)]
Los 9 meses que tardó en tomar la decisión de bautizarse desde que nos conocimos, representan la visitación a la Iglesia por parte del Señor, en busca de frutos, que al no haber sido hallados, por causa de un trabajo ineficiente e inconcluso, provocaron que el Señor se viera forzado a contratar nuevos obreros, que, capitaneados por los Vencedores, completaran el trabajo que la Iglesia no ha podido terminar.
Una vez más vemos una sincronía de nuestro ministerio con el del Dr. Stephen Jones, pues se produce en las fechas de observación del 2 al 12 de agosto.
También creemos que se confirma el Ministerio de Puertas Abiertas y la Llave de David, pues 11 años después de nuestra salida del Sistema Denominacional, el Señor confirma con este bautismo que las puertas se abren para Graneros de José, mediante este primer fruto para Cristo.
José
Visitación
Teth es una serpiente en hebreo. También puede significar estar rodeado por la serpiente, que se representa a menudo en un círculo que se muerde la cola.
El número nueve habla "visitación" de Dios. Este es un hebraísmo que muestra a Dios como Investigador "visitando" a una persona, ciudad o nación para exponer los corazones, reunir pruebas, y "ver" de primera mano, por así decirlo, la verdad de un asunto. Es muy parecido a un caso en la Corte Divina en que las pruebas se destapan y se presentan ante el juez para ser juzgadas. En Lucas 19: 43 y 44, Jesús dice que el templo de Jerusalén,
43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te cercarán con baluarte, y te rodearán y de todas partes te pondrán en estrecho, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán de ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación [griego: episcope, "obispo, supervisor"].
En este caso, el tiempo de la visita fue el período de tres años del ministerio de Jesús 30-33 dC, donde Dios se manifestó en carne humana para "visitar" Judea y Jerusalén, y para poner a prueba los corazones de la gente. (Jesús es llamado un obispo o supervisor en 1ª Pedro 2: 25). En otro sentido, Jesús era el Inspector Celestial de Frutos. Jesús encontró algunos cuyos corazones estaban en la verdad, y éstos formaron las ramas de la buena higuera que produjo buen fruto (Jer. 24: 5-7). La mayoría, sin embargo, junto con los líderes religiosos, eran de la higuera mala (Jer. 24: 8-10). Los higos buenos eran los discípulos de Jesús y los conversos de la Iglesia Primitiva, que fueron expulsados de la tierra (por la persecución), a fin de que Dios pudiera evitarles el juicio venidero cuarenta años después.
La idea de "visitación" se muestra en el Antiguo Testamento. Para los creyentes, tiene una connotación positiva, como en Génesis 50: 24-25; Salmo 106: 4, y Jer. 27: 24. Esa visitación resulta en salvación o liberación. Sin embargo, para los no creyentes, conlleva un resultado negativo, como vemos en Ex. 32: 34; Lev. 18: 25, Isaías 10: 3 y Jer. 10: 15. La palabra hebrea para "visitación" en el Antiguo Testamento es peqadah, y el equivalente en la Septuaginta griega es episcope.
Como inspector de los frutos celestiales, Jesús fue enviado a probar los frutos que se entregaban a Dios en el templo de Jerusalén para ver (y juzgar) si eran buenos. Estaba reuniendo pruebas para presentarlas al tribunal divino que determinaría el destino de Jerusalén.
Al mismo tiempo, Él también estaba entrenando y probando los corazones de los doce discípulos. Visitación Divina es el juicio de Dios en la vida del creyente por el cual el Espíritu Santo los capacita en la obediencia. Por medio de su voz que guía, Él les muestra la voluntad de Dios y escribe su Ley en sus corazones. Así vemos que la visitación divina, o de juicio, tiene un resultado positivo para el creyente y un resultado negativo para el no creyente. Y sin embargo, incluso el resultado negativo no es permanente, con el propósito del juicio en última instancia, de corregir a los hombres y llevarlos a la alineación con la voluntad y la mente de Dios.
La palabra griega para Consolador es parakletos, lo que significa intercesor, un abogado, o ayudante en un tribunal de justicia, es decir, un abogado de la defensa, uno que conoce la Ley y puede mostrar a los pecadores el camino legal para evitar el juicio de Dios. La forma legal, dijo Jesús, es entrar por la puerta, en lugar de subir por el muro (Juan 10: 1-10). Subir por encima del muro (evitando a Jesucristo y su sacrificio por el pecado) es lo que hacen la suma de religiones que abogan por la salvación, pero que perderán su caso cuando estén ante el Gran Trono Blanco.
Es la obra del Consolador (el Espíritu Santo) discernir, juzgar y condenar a los hombres por el pecado de acuerdo a la evidencia. El Consolador es un abogado defensor para un creyente, pero un testimonio acusador (de un fiscal) contra los no creyentes. En Juan 16: 7-8, leemos que Él es también el Juez:
7 Pero Yo os digo la verdad, es mejor para vosotros que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador [gr., parakletos] no vendría a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. 8 Y Él, cuando Él venga, convencerá [elengkos] al mundo de pecado, de justicia y de juicio [gr., krisis, "decisión a favor o en contra; justicia"].
El verbo griego traducido "convencerá" de arriba es elengkos. Su forma nominal es elegmos, que significa "prueba o evidencia". Así que el verbo significa condenar o juzgar de acuerdo a la evidencia que se ha reunido durante el tiempo de la visitación, o investigación. Para el mundo en general (no creyentes), esta evidencia los convencerá de pecado. Pero para los creyentes, la evidencia demostrará prueba de rectitud.
Durante el ministerio terrenal de Jesús, el tiempo de su visitación era decidir el destino de Judá y de dividir a los higos buenos de los malos (Jeremías 24). La mayoría eran higos malos por definición de Dios en Jeremías 24, porque se negaron a someterse a Roma de acuerdo con el juicio de Dios y desearon un mesías militar para que los deshiciera del yugo romano. Jesús encontró solo una minoría que podía aceptar al Príncipe de la Paz como su Mesías. Ésos fueron los higos buenos de Judá. A ésos se les prometió "otro Consolador", el Espíritu Santo, que vendría el día de Pentecostés para comenzar el siguiente "tiempo de visitación" en la Era Pentecostal que conduce a la Segunda Venida de Cristo.
Es la obra del Espíritu Santo ayudar y asesorar a los pecadores que se encuentren condenados por la Ley (Rom. 3: 19) para encontrar una justificación -es decir, ser pronunciado legalmente no culpable. Jesús preparó a sus discípulos durante su tiempo de visitación. Y a continuación, hacia el final de su ministerio, habló de "otro Consolador" (Juan 14: 16) que aún debía ser dado. El uso del término "otro" indica que Jesús mismo era un Consolador antes del momento en que el Espíritu Santo fuera dado en Hechos 2. De hecho, al principio de su vida, Simeón lo llamó "el consuelo de Israel" (Lucas 2: 25). La palabra es paraklesis, la misma palabra que para el Consolador.
Su consejo incluye la presentación de Sacrificio de Cristo como pago por el pecado. El Espíritu Santo nos revela esto como la manera de evitar el castigo de la Ley por el pecado. Solo hay una puerta en el Reino, y eso es todo. Dichosos los que creen lo que dice.
Una vez que un pecador pasa por esa puerta, el Espíritu Santo sigue teniendo un papel activo en nuestras vidas para enseñarnos la diferencia entre el pecado y la rectitud. Esto no es con el propósito de ser justificados en el Tribunal Divino, sino más bien con el propósito de la santificación en nuestra vida personal. La justificación es cuando un pecador es pronunciado no culpable ante la ley, a pesar de que en realidad es culpable de pecado. Santificación es el próximo paso en la obra del Espíritu, que nos enseña a conformar nuestra vida a la imagen de Cristo -es decir, de ser hechos inocentes por naturaleza. Santificación es representada por la fiesta de Pentecostés. Su sola presencia es una "visita" continua, que reúne más evidencias de nuestra justificación.
Como dijimos antes, Jesús es el Inspector Celestial del Fruto, para la recopilación de pruebas para la Corte Divina. El fruto del Espíritu lleva nueve formas, como se indica en Gál. 5: 22-23,
22 Mas el fruto del Espíritu es: … contra tales cosas no hay ley.
El fruto del Espíritu nos muestra la evidencia del cambio de carácter dentro de los que crecen hacia la madurez espiritual.
También hay nueve dones del Espíritu. Se enumeran en 1ª Cor. 12: 8-10,
8 Porque a éste es dada palabra de sabiduría (1) por medio del Espíritu, y a otro, palabra de ciencia (2) según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe (3) por el mismo Espíritu, y a otro, dones de curación (4) por el mismo Espíritu, 10 y a otro, hacer milagros (5), y a otro profecía (6), y a otro, discernimiento de espíritus (7), y a otro, diversos géneros de lenguas (8), y a otro, interpretación de lenguas (9).
Los dones del Espíritu son herramientas sobrenaturales que se utilizarán para hacer el "árbol" más fructífero. Ellos no son un fin en sí mismos. El propósito de una herramienta es dar a luz el fruto del Espíritu. Sin embargo, debido a que estos dones espirituales son de una calidad sobrenatural, muchas personas de ánimo carnal los desean por encima del fruto. Esto es como un granjero que compró un nuevo arado y luego prefirió mantenerlo en la sala de exposición donde los hombres podían admirar, en lugar de utilizarlo para arar el campo.
Estos dones del Espíritu son las operaciones de poder distribuidos diversamente entre los creyentes por el poder de Pentecostés. Son herramientas sobrenaturales por las cuales los corazones de los hombres son expuestos para llevarlos al arrepentimiento, cuando el Espíritu Santo los pone en alineación con la mente y la voluntad del Padre. El efecto de estos dones para los creyentes y los no creyentes es diferente, sin embargo. Para los creyentes, los dones representan el poder sobrenatural de Dios que opera en sus vidas. Para los incrédulos, los dones exponen los secretos de su corazón y causan que se arrepientan. 1ª Cor. 14: 24-25 dice:
24 Mas si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, de todos es convencido, de todos es juzgado; 25 porque lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está en vosotros.
Vemos por esto que el juicio del Espíritu Santo tiene un efecto diferente sobre los creyentes y no creyentes. O bien puede condenar o liberar. Pero su propósito principal es exponer la evidencia, al igual que el propósito de un caso en la Corte antes de la decisión final del juez. El Consolador es el Paráclito o abogado defensor para un creyente, pero da testimonio como fiscal o testigo acusador contra los no creyentes.
También hay nueve bienaventuranzas en Mateo 5: 3-11, que se manifiestan el fruto del Espíritu:
3 Bienaventurados los pobres en espíritu (1), porque de ellos en el reino de los cielos. 4Bienaventurados los que lloran (2), porque ellos serán consolados. 5 Bienaventurados los mansos (3), porque ellos heredarán la tierra. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia (4), porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, (5) porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los de limpio corazón (6), porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores (7), porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución (8) por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois (9) cuando os insulten, y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo, por causa de Mí.
La novena vez que aparece el nombre de Abraham se encuentra en Génesis 17: 24,
24 Y Abraham tenía noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio.
La circuncisión de la carne presagiaba la circuncisión del corazón, que es la obra del Espíritu Santo de juzgar "la carne". Así Abraham tuvo que recibir la circuncisión del cuerpo con el fin de dar a luz al hijo de la promesa, así también debemos recibir la circuncisión del corazón con el fin de dar a luz a nuestro hijo, nuestra propia promesa -el hijo varón, Cristo en vosotros, el heredero de la Promesa. La razón por la que Abraham tuvo que esperar hasta que tuvo 99 años fue porque el nº 99 indica acuerdo con Dios. El valor numérico de la palabra hebrea amén es precisamente 99. Los hombres dicen "amén" para indicar de acuerdo con lo que se ha dicho o hecho.
Así, en esto vemos también el significado del número nueve. Retrata el juicio y la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas para llevarnos a un pleno acuerdo con Dios. Cuando toda la Creación entra en un acuerdo, los cuatro seres vivientes dicen "Amén" (Ap. 5: 14).
"El Bautismo de Fuego" del Espíritu Santo es la contraparte de los últimos días del Bautismo en Agua en los días de Noé. La principal diferencia es que el agua destruyó toda carne, mientras que el Espíritu bautismo de fuego destruye "la carne", es decir, la carnalidad en el hombre. El agua mató en los días de Noé; pero el fuego de Dios trae vida. Cada uno representa el Espíritu de diferentes maneras, porque cada uno convence al mundo de pecado, de justicia de una manera diferente.
El "fuego" puede ser doloroso para la carne, pero da vida a nuestro espíritu. El propósito de la obra de juicio del Espíritu Santo, entonces, es llevar a todos los hombres al arrepentimiento. Este es el contexto del Salmo 9, en el que vemos retratados los juicios de Dios sobre los rebeldes. Considerado como una revelación del libro de Génesis, el Salmo 9 retrata el juicio contra Nimrod, con lo que los secretos de su corazón se hacen manifiestos.
Imperfección, Desorden, incompletud
Para escribir las once en hebreo, escribieron dos letras hebreas: yod (de mano) y aleph (fuerza). Estas significan la mano (manifestación exterior) de fuerza propia. Las obras del hombre separado de Dios son imperfectas y fuera de servicio, y por lo que vienen en última instancia, a la desintegración.
Once es el número de la imperfección, el desorden, o estar fuera de orden. Jacob tenía sólo once hijos que le quedaban en su casa después de que José se había perdido, y dado por muerto. Esto representa una medida del desorden. Solo cuando José fue encontrado y se reunió con sus hermanos, hubo allí el orden de gobierno divino, número 12.
Israel fue rebelde contra Dios diez veces desde el momento en que salieron de Egipto hasta el día que los doce espías dieron sus informes (Núm. 14: 22). Entonces Dios los juzgó, diciendo que tendrían que pasar 40 años en el desierto. Como mostramos anteriormente, diez indica el juicio de la Ley. Pero entonces el pueblo se negó a aceptar el juicio de Dios, y esto se convirtió en su undécima rebelión -desorden. Intentaron conquistar Canaán por su cuenta, pero fallaron miserablemente (Núm. 14: 39-45). No funciona hacer lo correcto en el momento equivocado, ni hacer las cosas mal en el momento adecuado. Ambos situaciones manifiestan trastorno.
También hay que resaltar el hecho de que se trataba de un viaje de once días desde el monte Horeb a Cades-Barnea, donde los 12 espías dieron su informe y donde Israel cometió su undécimo acto de rebelión contra Dios.
Según Jer. 39: 2, los babilonios destruyeron Jerusalén en el año undécimo del rey Sedequías. Una vez más, hacer hincapié en el desorden, Dios le dio a Ezequiel una revelación acerca de la destrucción de Tiro "en el undécimo año" (Ezequiel 26: 1), y también de Egipto "en el undécimo año" (Ezequiel 30: 20).
Después de que Judas traicionó a Jesús y se ahorcó, esto dejó solo once discípulos. A medida que se contemplaba la pronta venida del día de Pentecostés, Pedro entendió que once discípulos constituían una serie de trastornos. También comprendió que Judas había desempeñado el papel de Ahitofel (Salmo 109: 8) y que, por lo tanto, debía ser reemplazado (Hechos 1: 20). Así que los discípulos echaron suertes (Hechos 1: 26), y Matías reemplazó a Judas, volviendo el número total de los discípulos de nuevo al gobierno divino de doce. Matías sirvió temporalmente como un sustituto (Hechos 1: 26) hasta que Jesús se apareció a Saulo y lo llamó al ministerio (Hechos 9: 5). Entonces Dios lo entrenó durante catorce años, antes de su puesta en marcha en su primer viaje misionero (Gál 2: 1; Hechos 13: 2) y le cambio de nombre por "Pablo" (Hechos 13: 9).
La undécima vez que Pablo se menciona en Hechos 14: 14. Pablo había obrado un milagro, la curación de un paralítico. Las multitudes entonces dijeron: "Los dioses se han vuelto como los hombres, y han llegado hasta nosotros" (vs. 11). La gente sacó guirnaldas en honor a Pablo y Bernabé como dioses. Esto estuvo claramente fuera de orden.
14 Pero cuando los apóstoles Bernabé y Pablo, oyeron esto, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15 y diciendo: “hombres, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres de igual naturaleza que vosotros, y predicamos el evangelio también a vosotros, para que os volváis de estas cosas vanas a un Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos".
Después de que Pablo trajo corrección a estas personas, lo arrastraron fuera de la ciudad, lo apedrearon y lo abandonaron dándolo por muerto.
Once, por lo tanto, muestra el desorden y el estado incompleto. Por esta razón a menudo hay juicio asociado con este número.
En forma similar, Egipto quedó fuera de orden por negarse a dejar ir a Israel. Así que Dios trajo diez plagas sobre Egipto -los juicios de Dios. Fue el delito undécimo en el Mar Rojo cuando Faraón trató de llevar la "Iglesia en el Desierto" de nuevo a la esclavitud. Ellos quedaron fuera de servicio.
El mismo Canaán tuvo once hijos (Gén. 10: 15-18). Los reyes cananeos simbólicamente representan las fortalezas internas en nuestras mentes ( 2ª Corintios 10: 4-5), que nos impiden representar a Cristo en su totalidad. Del mismo modo, había once duques, o jefes de Edom (Gén. 36: 40-43).
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