Capítulo 8
LOS 144.000
Apocalipsis 13 nos dio un bosquejo amplio de la historia profética. La Primera Bestia cubrió 42 meses proféticos (1260 años), principalmente desde 529-1789 dC. La Segunda Bestia derrocó a la Primera Bestia, pero luego la usó como fachada religiosa para ocultar su verdadero poder e influencia solapadamente. Esta Bestia también ha utilizado muchas otras organizaciones (como la masonería) como fachada para ocultar sus intenciones. Mientras que la Primera Bestia es principalmente la Bestia Religiosa de Roma, la Segunda Bestia es la Bestia Secular Financiera, liderada principalmente por familias bancarias de alto nivel, visiblemente dirigidas por los Rothschild.
Dado que la Bestia de la Tierra es el último poder para gobernar la Tierra antes del tiempo en que los Santos reciban el Mandato de Dominio, Apocalipsis 13 nos lleva al tiempo presente y a la manifestación de los Vencedores. Es este evento el que destruirá completamente el Sistema Mundial Babilónico.
Apocalipsis 13 nos lleva al final del Sistema de las Bestias en lo que respecta a la historia profética. Después de esto, en Apocalipsis 14-19, Juan hablará principalmente del derrocamiento de los Sistemas Bestiales y de su ciudad espiritual, “Babilonia”, junto con el levantamiento de los Vencedores. Así que esto marca el final de la sección histórica principal del libro de Apocalipsis.
Los Vencedores están llamados a traer una enseñanza mundial que provocará un tremendo mover del Espíritu Santo entre las naciones. Será un movimiento de base y comenzará desde abajo, avanzando hacia arriba. No comenzará como una conversión de líderes mundiales, donde esos líderes luego fuerzan a Cristo sobre aquellos bajo su autoridad.
Apocalipsis 14: 1 comienza con una visión de los Vencedores:
1 Y miré, y he aquí, el Cordero estaba de pie sobre el Monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de Él y el nombre de su Padre escrito en sus frentes.
Estos son los Vencedores, no la Iglesia en general. De hecho, teniendo en cuenta que Juan escribió esto sin separar su libro en capítulos, podemos ver que “el Cordero” en Ap. 14: 1 contrasta con la Bestia de la Tierra que tiene “dos cuernos semejantes a los de un cordero” (Ap. 13: 11). El verdadero Cordero (arnion) que reemplaza al falso no es solo Jesucristo (la Cabeza), sino que también incluye su Cuerpo de Vencedores.
En cuanto a de qué tribu de Israel es cada persona, hoy en día apenas hay forma de que alguien pueda decirlo por medios naturales. Apocalipsis 7 nos dice que hay 12.000 de cada tribu. A menudo se supone que la única forma de ser miembro de una tribu de Israel es ser descendiente genealógico de uno de los 12 patriarcas de Israel. Sin embargo, este no es el caso, porque cuando Dios expulsó a Israel de la tierra en el año 721 aC, los despojó del derecho al nombre de Israel, porque el pueblo no vivía a la altura de ese nombre. Para uno ser israelita se requiere fe.
Dios se divorció de la Casa de Israel y la expulsó de la casa (la tierra), según la Ley de Deut. 24: 1-5. La única manera de que cualquier ex-israelita se vuelva a casar y recupere el estatus de “elegido” es a través del Nuevo Pacto. Incluso este es un proceso de dos pasos, primero a través de Judá y luego a través de Israel.
Pablo nos dice en Rom. 2: 28-29 que “no es judío el que lo es exteriormente”, y, a la inversa, “es judío el que lo es interiormente”. Pablo estaba hablando legalmente, no genealógicamente. También se puede decir que Pablo estaba hablando espiritualmente, porque “la ley es espiritual” (Rom. 7: 14). Lo que es verdaderamente espiritual no es distinto de la Ley, sino que de hecho está sujeto a la Ley. A los ojos de Dios no existe tal cosa como la espiritualidad sin Ley. Sólo cuando los hombres malinterpretan la Ley, su práctica se vuelve legalista. La verdadera espiritualidad es lícita.
La Ley siempre triunfa sobre la genealogía. Había miembros tribales genuinos de la Casa de Israel que podían ser expulsados de Israel si cometían ciertos pecados y no se arrepentían. La Ley dice que tal hombre debía ser “cortado de entre su pueblo” (Lev. 17: 4). Por otro lado, los extranjeros siempre tenían la opción de entrar bajo el pacto de Israel y convertirse en ciudadanos de israelitas (Isaías 56: 6-8).
El primer paso es convertirse en "judío", es decir, una parte de Judá, por fe en su verdadero Rey y declarando lealtad solo a Él. La ceremonia del Bautismo es esencialmente el juramento de ciudadanía. Su voto expresa fe y lealtad, dándoles ciudadanía en la tribu de Judá. Aquellos que hacen esto son generalmente conocidos como “la iglesia”.
El segundo paso es convertirse en “israelita”, y este nombre o nacionalidad se otorga a quienes llevan su testimonio. Israel significa “Dios gobierna”. En The Companion Bible, el Dr. Bullinger nos dice en sus notas a Génesis 32: 28,
“Israel: 'Dios manda, ordena o gobierna'. El hombre lo intenta pero siempre, al final, fracasa. De unos cuarenta nombres hebreos compuestos con 'El' o 'Yah', Dios es siempre el hacedor de lo que significa el verbo (cp. Dani-el, Dios juzga)”.
Jacob no se convirtió en israelita hasta que tuvo alrededor de 98 años. Hasta ese momento, ciertamente había sido un creyente en el Dios de sus padres, pero todavía no entendía la soberanía de Dios. Por esta razón, trataba de ayudar a Dios a cumplir la profecía dada sobre él antes de que naciera (Gén. 25: 23) engañando a su padre (Gén. 27: 19, 24). Por su ingenio Jacob venció a su padre, a su hermano y a su tío Labán. Luego luchó con un ángel, y perdiendo el combate, lo venció. Ganó perdiendo, o más bien, ganó al darse cuenta de que en todo su esfuerzo hasta ese momento, había estado luchando contra Dios sin saberlo. Finalmente se dio cuenta de que Dios no necesitaba su ayuda carnal para cumplir sus promesas. Esa es la verdadera fe, y es lo que lo hizo un Vencedor.
Jacob, entonces, era un tipo de la Iglesia; Israel era un tipo de Vencedor. No todos los jacobitas son israelitas. La mayoría de los cristianos no tienen suficiente fe para ser Vencedores, y por eso todavía se esfuerzan, sin saber cómo entrar en el Reposo de Dios (Heb. 4: 9-11). También hay otras características de un Vencedor, que discutí en mi libro Cómo ser un Vencedor.
Concluimos, entonces, que los 144.000 vencedores no son exclusivamente israelitas genealógicos, sino que incluyen personas de todas las naciones que califican como vencedores. Ciertamente NO es el caso que estas son 144.000 personas a quienes los hombres hoy llaman “judíos”. Es absurda la idea popular de que los “gentiles” serán arrebatados de la Tierra, dejando 144.000 evangelistas judíos para predicar el Evangelio a aquellos que (dicen) no se pueden convertir de todos modos porque el Espíritu Santo ha sido quitado de la Tierra.
No, este capítulo sobre los 144.000 viene naturalmente al final del dominio de la Bestia de la Tierra. Lo sabemos por Dan. 7: 21-22 que el Cuerno Pequeño “hacía guerra contra los santos y los vencía hasta que vino el Anciano de Días, y se pronunció juicio a favor de los santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos tomaron posesión de el reino”. Estos Santos a los que se les da el Mandato de Dominio son los 144.000 de Apocalipsis 14, que se levantan después del fin del tiempo del Cuerno Pequeño de Apocalipsis 13.
Apocalipsis 14: 1 nos dice que los Vencedores tienen “su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes”. Dios ha puesto su nombre en muchos lugares a lo largo de la historia. Vemos su nombre primero en el tabernáculo en la ciudad efraimita de Silo (Josué 18: 1). Más tarde, debido a la corrupción, Dios quitó su nombre de ese lugar y lo trasladó al Templo de Salomón en Jerusalén (Salmo 78: 60-68).
Unos siglos más tarde, Dios quitó su nombre de Jerusalén, como lo había hecho anteriormente con Silo (Jeremías 7: 12-15; 26: 6; Ezequiel 10, 11). Entonces Dios contrató al rey de Babilonia para destruir ese templo. Setenta años después, cuando se construyó el segundo templo en los días de Esdras y Zorobabel, la gloria no lo llenó. Dios no puso su nombre allí, ni podía hacerlo, porque había abandonado ese lugar “como Silo”. Él nunca volvió a Silo, sino que pronunció "Icabod" sobre él, porque la gloria se había ido. No glorificó ese segundo templo, porque esperaba un mejor templo hecho de piedras vivas. Él llenó ese nuevo templo el día de Pentecostés en Hechos 2. A partir de ese momento, su nombre estaba escrito en nuestras frentes, no en ningún templo externo hecho de madera y piedra. Apocalipsis 3: 12 dice:
12 Al que venciere, lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de él; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nuevo nombre.
Dios ya no escribe su nombre sobre casas hechas de madera y piedra. Él finalmente ha comprado la casa de sus sueños, los Vencedores, porque Él siempre ha anhelado morar en la carne humana y glorificarse a Sí mismo en nosotros. Así que Ap. 22: 4 dice:
4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
Esta no es una situación temporal. Esto no terminará con la construcción de un tercer templo (físico) en Jerusalén. Cristo no tiene la intención de abandonar la casa de sus sueños y regresar a un edificio mundano en el lugar que fue profanado en los días de Jeremías. Los hombres pueden construir una estructura allí, pero nadie puede obligar a Dios a vivir en ella. Él hará como ha dicho en su Palabra.
Apocalipsis 14: 2-3 dice:
2 Y oí una voz del cielo, como el sonido de muchas aguas y como el sonido de un gran trueno, y la voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido comprados de la tierra.
Esta descripción de los Vencedores es bastante diferente de la de Apocalipsis 7, que los describe en términos militares. Allí los 144.000 fueron “sellados” en sus frentes. En la antigüedad, un general revisaba las tropas después de una batalla y colocaba una marca en la frente de cada uno de los que salían ilesos de la batalla. Significaba que éste estaba divinamente protegido.
Pero aquí en Apocalipsis 14 vemos una imagen diferente de los Vencedores. Se les representa como músicos que tocan arpas y cantan “un cántico nuevo”. ¿Son éstos los mismos Vencedores que los de Apocalipsis 7? Sí, pero...
La mejor manera de entender el Nuevo Testamento es entender el Antiguo Testamento. Se confirman y se explican mutuamente. En la mayoría de los casos, el Antiguo Testamento tiene dichos oscuros que están escritos como tipos y sombras, y necesitan una comprensión a través del Nuevo Testamento. Pero a veces el Nuevo Testamento no queda claro sin no se conocen los tipos y sombras del Antiguo Testamento.
En este caso, el libro de Apocalipsis describe aspectos del Reino de Dios emergente en la Tierra. En el Antiguo Testamento esto se representa en el reino de David, especialmente cuando lo contrastamos con el Reino de Saúl. En el reino de David encontramos que tenía tanto un ejército como un coro, y estos eran tipos y sombras de los Vencedores representados en Apocalipsis 7 y 14. En 1º Crón. 27: 1 leemos,
1 Esta es la enumeración de los hijos de Israel, los jefes de casas paternas, los jefes de millares y de centenas, y sus oficiales que servían al rey en todos los negocios de las divisiones que entraban y salían mes tras mes, a lo largo de todos los meses del año, siendo cada división de 24.000.
El resto del capítulo explica cómo cada tribu era responsable durante un mes del año de proporcionar 24.000 hombres para el servicio militar. Las tropas rotaban cada mes durante 12 meses. Esto significa que David tenía un ejército de 288.000 hombres (24.000 x 12 = 288.000).
Por extraño que parezca, esto es el doble de 144.000. Pero esta coincidencia es aún más llamativa cuando leemos sobre el coro de David en 1º Cr. 25: 7,
7 Y el número de los que estaban entrenados en cantar al Señor, con sus parientes, todos los que eran hábiles, era 288.
Entonces David tenía un coro de 288 y un ejército de 288.000. ¿Puede ser esto solo una coincidencia? ¿Por qué se duplicó el número de 144 y 144,000 que indica dos grupos de Vencedores, cada uno con 144.000? Me doy cuenta de que el número puede ser puramente simbólico, en lugar de literal. Pero dado que estos son los números que se nos han dado, hablaremos como si fueran números literales de personas.
El número 288 está asociado en la Biblia con los Vencedores de varias maneras. En Lev. 19: 20, la palabra hebrea charaph (“prometida”) tiene un valor numérico de 288. Esto sugiere que el número tiene que ver con los llamados a ser la Novia de Cristo.
En Génesis 1: 2 el Espíritu de Dios “se movía” (rachaph) sobre la faz de las aguas. Rachaph tiene un valor numérico de 288. Esta palabra es de interés porque tiene que ver con la acción del Espíritu Santo sobre la Creación. La misma palabra se usa en Deut. 32: 11, donde se representa a Dios como un águila, “Como el águila que agita [rachaph] su nidada”.
En el Nuevo Testamento, tenemos estos ejemplos:
1. 2ª Timoteo 1: 9, “un llamamiento santo” = 288.
2. Mateo 25: 21, “el gozo del Señor” = 2880.
3. Apocalipsis 21: 9, “la novia, la esposa del Cordero” = 2880.
Además de éstos, Génesis 24: 22 habla de los dos brazaletes que Eleazar le dio a Rebeca cuando fue a buscar novia para Isaac. La palabra hebrea para “brazalete” es tsamid, que tiene un valor numérico de 144. Él le dio DOS brazaletes, lo que sugiere el número 144 x 2, o 288.
Rebeca es tipo y sombra de “la Novia, la esposa del Cordero”, así como Isaac, quien fue colocado en el altar del sacrificio en el Monte Moriah, representa a Cristo. Abraham envió a Eleazar a buscar una novia para Isaac. Eleazar significa “Dios ayuda”, y habla del Espíritu Santo, quien es nuestro Ayudador, el Abogado o “Consolador” (Juan 14: 16).
De hecho, Eleazar es la forma hebrea del nombre griego Lázaro (Juan 11). Lázaro, el resucitado, tiene un valor numérico de 144.
Hay muchas cosas interesantes que se pueden ver con las matemáticas bíblicas, que nos ayudan a comprender el significado del texto mismo. El número 288 está asociado a la acción del Espíritu Santo que prepara a la Esposa para su santo llamamiento de Esposa del Cordero.
Pero también, la prominencia del número 288 en el reino de David así como en las matemáticas bíblicas nos muestra que hay dos grupos de 144.000, con un total de 288.000. Ya sea que el número se entienda literalmente o se vea como puramente simbólico, debemos entender que hay dos manifestaciones de Vencedores.
El tema macho (masculino) y hembra (femenino)
Como notamos anteriormente en nuestro estudio de Apocalipsis 7, el primer grupo de 144.000 estaba asociado con el ejército y con el sello de Dios en sus frentes. En aquellos días, las mujeres no ingresaban al servicio militar, por lo que este era un tema "masculino". Pero en Apocalipsis 14, vemos que los Vencedores son retratados en términos “femeninos”. El versículo 4 dice (KJV),
4 Estos son los que no se contaminaron con [meta, “de entre, o en medio de”] mujeres, pues son vírgenes…
Tenga en cuenta que este versículo NO nos dice que éstos sean hombres que no han sido contaminados POR mujeres. Ha habido algunas pequeñas sectas en el pasado que usaron este versículo para enseñar contra el matrimonio, como diciendo que si quieres ser un Vencedor, no puedes casarte. Su enseñanza se basaba en gran parte en un malentendido de la palabra griega meta, usada en Apocalipsis 14: 4. Esas sectas, por supuesto, se extinguieron en una generación.
Las mujeres no contaminan a los hombres. Dios santificó el matrimonio desde el principio, y no hay nada de malo en tener relaciones sexuales dentro de los lazos del matrimonio legítimo. Meta no significa “con” en el sentido de “por”, como si las mujeres profanaran. Más bien, "con" tiene el sentido de "de entre o en medio de". Por lo tanto, éstas “vírgenes” son mujeres.
Por ejemplo, Mat. 1: 23 dice: “Dios con nosotros”, es decir, entre nosotros o en medio de nosotros, o incluso EN nosotros. No significa Dios POR nosotros en ningún sentido causal. En Mat. 2: 3, Herodes “se turbó, y toda Jerusalén con [meta] él”. No quiere decir que Jerusalén fue turbada POR Herodes, sino más bien, junto con Él. Si elimináramos las palabras añadidas al texto por los traductores, una traducción más literal de Ap. 14: 3-4 sería:
3 … nadie podía aprender el cántico sino los 144.000, los que habían sido comprados de la tierra, los que no habían sido contaminados de entre las mujeres; porque son vírgenes.
Obtuve estos datos de The Emphatic Diaglott de Wilson, que es una buena traducción literal del Nuevo Testamento. Entonces, si me permiten parafrasear esto, lo que dice es que éstas son las redimidas, o compradas de la Tierra entre las mujeres que no han sido contaminadas, porque son vírgenes. En la Biblia, el término “virgen” nunca se aplica a los hombres. Son las mujeres vírgenes las que son inmaculadas en este versículo.
Es desafortunado que los hombres hayan traducido este versículo haciéndolo decir que los hombres se contaminan al casarse con mujeres. La Escritura no dice esto.
Los Vencedores se representan aquí como mujeres vírgenes. El resto del versículo 4 dice:
4 Éstos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Éstos han sido comprados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.
La idea de “seguir al Cordero” indica también un tema femenino, ya que en aquellos días era costumbre que las mujeres siguieran a su marido mientras caminaba, así como los discípulos seguían a su maestro en sus viajes. En este caso, todos somos parte de la Novia de Cristo, ya seamos hombres o mujeres en lo natural. Y, como Vencedores, “seguimos al Cordero por dondequiera que vaya”.
Me parece que si se tomara el número 144.000 como un número literal, entonces esto sugeriría que habrá 144.000 hombres y 144.000 mujeres que serán Vencedores, por un total de 288.000.
Si el número no es literal, al menos muestra que tanto los hombres como las mujeres pueden ser Vencedores, y que todos tenemos roles espirituales que desempeñar de diferentes maneras. Incluso puede sugerir un número igual de hombres y mujeres que son Vencedores. Seamos hombres o mujeres, todos somos parte de la Esposa de Cristo, en el sentido de que estamos llamados a dar a luz al Hijo Varón. Sin embargo, también estamos llamados a gobernar con Cristo en su Trono como parte de su Cuerpo. En ese papel, todos somos hombres, ya seamos hombres o mujeres físicamente.
Por lo tanto, en relación con Cristo (la Cabeza), somos mujeres, porque seguimos su dirección. Pero en relación con el resto de la Creación, somos hombres, porque los Vencedores son sus líderes, llamados a gobernar el Reino. Con respecto a los asuntos espirituales, Pablo dice en Gál. 3: 28 que no somos ni hombre ni mujer. Trascendemos el género en el espíritu, porque, en realidad, somos ambos.
Jesucristo en la Ley Profética
La Ley profetiza de Cristo. En ninguna parte es esto más evidente que en las Leyes de los Sacrificios. Jesús vino a morir en la cruz como el Sacrificio final profetizado por todos los sacrificios anteriores. La Ley nos dice que los sacrificios en nombre de la congregación (la Novia de Cristo) debían hacerse con una cabra, mientras que los sacrificios hechos en nombre de los líderes debían hacerse con un chivo.
De los líderes, Lev. 4: 22-23 dice,
22 Cuando un líder pecare... 23 ... traerá como su ofrenda un macho cabrío sin defecto.
De la congregación, Lev. 4: 27-28 dice,
27 Ahora bien, si alguno del pueblo pecare... 28 ... traerá por su ofrenda una cabra, una hembra sin defecto.
Jesús cumplió todos los sacrificios, tanto de machos como de hembras. Jesús mismo vino como varón, por supuesto, y que ningún hombre lo acuse de ser transgénero. Pablo dice que “la ley es espiritual”, y que no hay género como tal en el ámbito espiritual. Como sacrificio por el pecado, Jesús cumplió en un solo acto todos los tipos y sombras establecidos en la Ley, porque Él iba a ser el sacrificio tanto para la congregación como para los líderes.
El cordero pascual debía ser “un macho sin defecto” (Éxodo 12: 5), y esta fiesta establecía el tiempo señalado para que Cristo muriera en la cruz. Sin embargo, la ubicación de la cruz en el Monte de los Olivos fue establecida por la Ley de la Vaca Roja: una ofrenda quemada (Núm. 19: 2). Entonces Jesús fue crucificado “fuera del campamento” (Núm. 19: 3; Heb. 13: 11-13) en el lugar donde se guardaban las cenizas de la Vaca Roja.
Por lo tanto, la Ley hizo provisión tanto para el hombre como para la mujer, cada uno con un propósito, una función y una revelación importantes. Cuando esto se aplica a los dos grupos de 144.000, vemos que Apocalipsis 7 describe a los Vencedores en términos masculinos (es decir, militares), mientras que Apocalipsis 14 describe a los Vencedores en términos femeninos mientras cantan el cántico nuevo y siguen al Cordero.
Esto indica primero que tanto los hombres como las mujeres pueden ser y serán Vencedores. En segundo lugar, muestra que todos los Vencedores juegan un papel doble en los asuntos espirituales, tal como lo hizo Jesús en el cumplimiento de las Leyes con respecto a los sacrificios de machos y hembras. En tercer lugar, si estos números resultaran ser no solo simbólicos sino también literales, sugeriría 144.000 hombres y 144.000 mujeres que son Vencedores.
El Nuevo Cántico
Apocalipsis 14: 3 dice,
3 Y cantaron un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido comprados de la tierra.
Solo los Vencedores podían “aprender el cántico”. El cántico es una revelación, tal vez una verdad específica o un conjunto de verdades que están arraigadas en los corazones de los Vencedores. Si estas fueran meras palabras de un cántico, entonces la mayoría de las personas podrían aprenderlo. Pero obviamente no es tan simple como eso. Esto no es una mera actuación; es el canto de la vida, del corazón, de la experiencia con Dios. Así como la palabra profética es una expresión del corazón de Dios y revela quién es Él, así también este nuevo cántico profético es una expresión del corazón de los Vencedores.
La metáfora misma representaba la práctica de tener cantores en el templo, levitas entrenados en música, quienes cantaban varios salmos en ocasiones apropiadas. Como dijimos antes, David tenía 288 músicos en el coro de su templo. Después de que Salomón construyó el templo, estos músicos cantaban en las gradas del templo “delante del trono y de los cuatro seres vivientes y de los ancianos” (Ap. 14: 3).
En Ap. 15: 3-4 se nos dice que “cantaron el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero”. El tema de este cántico (o cánticos) tiene que ver con las obras de Dios y la respuesta final de todas las naciones. “Todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti”. Esta es una referencia a la gran escena de Apocalipsis 5: 13,
13 Y oí decir a todas las cosas creadas que están en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todas las cosas que en ellos hay: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición y la honra y gloria e imperio por los siglos de los siglos”.
Por lo tanto, el cántico trata sobre la Reconciliación Universal, donde todas las naciones adoran a Dios como respuesta a sus obras “grandes y maravillosas” y a sus “actos justos”. En otras palabras, este cántico está ligado al Nuevo Pacto, que es el juramento de Dios de salvar a todas las naciones, a toda la humanidad y a toda la Creación. Este gran juramento se ve claramente en muchos lugares, incluido el Segundo Pacto de Deut. 29: 10-15. Aquí Dios le dijo a todo el pueblo que se reuniera, hombres, mujeres, niños y extranjeros, para que pudieran entrar en "su juramento que el Señor tu Dios hace hoy contigo".
Deut. 29: 14-15 dice que este juramento no se limitaba a los presentes, sino que incluía a todos “los que no están aquí hoy con nosotros”. Así, los Salmos más tarde predijeron la reunión de todas las naciones para adorar a Cristo, y el Nuevo Testamento dice que Cristo ha reconciliado a toda la Creación consigo mismo (Heb. 2: 8). Estos son los actos justos de Dios en cumplimiento de su juramento a Abraham, Isaac y Jacob (Deuteronomio 29: 13), y este es el objetivo principal del “cántico nuevo”.
Apocalipsis 14: 4 también dice que estos Vencedores son “primicias para Dios y para el Cordero”. La Ley de las Primicias dice que la cosecha no puede comenzar hasta que las primicias hayan sido ofrendadas a Dios (Lev. 23: 14). Asimismo, las primicias santifican la cosecha, “porque si la primicia es santa, también la masa es santa” (Rom. 11: 16).
Los Vencedores son las primicias, una muestra representativa de la cosecha. Durante la inspección, si las primicias se encuentran dignas (maduras), eso santifica toda la cosecha. En otras palabras, cuando los Vencedores son presentados a Dios y declarados “santos”, no importa cuán impío sea el resto del mundo en ese momento, porque según la Ley la santidad de los primeros frutos santifica toda la cosecha.
Veremos más adelante que después de la manifestación de los Vencedores, los ángeles salen con el evangelio a todas las naciones. Apocalipsis 14: 5 continúa,
5 Y no se halló mentira en su boca; son sin culpa.
Esto significa que un Vencedor es honesto. No tiene delirios de grandeza, sino que cumple la Palabra de Rom. 12: 3,
3 Porque por la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más allá de sí mismo de lo que debe pensar; sino pensar con sano juicio, según Dios ha asignado a cada uno una medida de fe.
Por el contrario, un Vencedor tampoco se subestima a sí mismo, sino que es valiente en el conocimiento de su posición en Cristo. De hecho, la exhortación de Pablo en Romanos 12 (arriba) es su introducción a una discusión sobre el uso de los dones y llamamientos espirituales de uno.
Cumplir con el llamado de uno requiere una visión realista de uno mismo, viéndose a sí mismo como Dios lo ve, sin menospreciarse ni inflarse. No significa que él o ella ahora conoce la verdad completa o cree solo en la doctrina correcta, excepto, sin duda, hasta después de que haya tenido lugar la glorificación del cuerpo. Pero un Vencedor se contrasta con “todos los mentirosos” (Ap. 21: 8) quienes serán juzgados en el “lago de fuego” para purificar sus corazones de toda mentira.
En Apocalipsis 22: 15 leemos que fuera de la Nueva Jerusalén está “todo aquel que ama y practica la mentira”. Tal tipo de mentiras son deliberadas, hasta el punto en que se hacen inconscientemente y la persona llega a creerse sus propias mentiras.
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