Apocalipsis-Libro V-Cap. 15-16: EL CÁNTICO DE LOS VENCEDORES / EL TEMPLO ABIERTO Y GLORIFICADO, Stephen Jones

 










Transcripciones:

Capítulo 15

EL CÁNTICO DE LOS VENCEDORES

Apocalipsis 15: 1 dice,

1 Y vi otra señal en el cielo, grande y maravillosa, siete ángeles que tenían las siete plagas, que son las postreras, porque en ellas se ha consumado la ira de Dios.

Juan no solo recibió una Palabra reveladora sobre esto. Él vio otra señal en el cielo. Esta señal indica que hay una señal en los cielos que consta de siete ángeles en las estrellas. Esto se correlaciona con Apocalipsis 1: 20, que dice: "las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias". Entonces, Juan vio a los ángeles de las siete iglesias venir con copas que contenían las siete últimas plagas sobre Babilonia.

Las siete estrellas en el cielo son las Pléyades, cuya estrella más brillante es Al Debaran, "el Líder o Gobernador". Otra estrella brillante es Al Cyone, "El Centro", cuyo nombre hebreo es Succoth, "Tabernáculos".

Esas siete plagas se describen como copas de vino en Apocalipsis 16. Pronto las correlacionaremos más de cerca cuando estudiemos ese capítulo. Sin embargo, conocer esta conexión nos ayuda a entender el capítulo 15, porque pone este capítulo en el contexto de las Siete Iglesias y los Vencedores que son llamados a salir de cada iglesia.


Los Vencedores

Apocalipsis 15: 2 dice,

2 Y vi, como si fuera un mar de vidrio mezclado con fuego, y aquellos que habían salido victoriosos [nikao] de la bestia y de su imagen y del número de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio, sosteniendo arpas de Dios.

La palabra griega nikao, traducida aquí como habían salido victoriosos, es la misma palabra que se usa para los Vencedores en el mensaje a las Siete Iglesias. Este, entonces, es el Cuerpo de Vencedores que están de pie sobre el mar de vidrio mezclado con fuego. Colectivamente, tienen una obra que hacer al final de la Era trayendo las siete "plagas" finales sobre Misterio Babilonia.

Sin embargo, también traen un mensaje positivo, mostrando que el derrocamiento de Babilonia no es un fin en sí mismo, sino el medio para salvar a todas las naciones e incorporarlas al Reino de la Piedra que llenó toda la tierra, como nos dice Dan. 2: 35. En otras palabras, es el sistema opresivo de ley y gobierno del hombre el que es derrocado y reemplazado por la Ley de Dios y el gobierno de los Vencedores bajo Jesucristo, el Rey. Cuando esto suceda, nos dice el salmista, las naciones se alegrarán y cantarán con júbilo, porque Tú juzgarás a los pueblos con rectitud, y guiarás a las naciones sobre la tierra (Salmo 67: 4).

Apocalipsis 15: 3-4 continúa,

3 Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, Todopoderoso, justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones. 4 ¿Quién no temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Porque solo Tú eres santo; porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque tus actos justos han sido revelados”.

¿Los Vencedores cantan dos cánticos? ¿Es el Cántico de Moisés diferente del Cántico del Cordero? ¿O debemos entender que este es un cántico titulado: Elntico de Moisés y el Cántico del Cordero? Para saber esto, debemos volver a Deuteronomio y estudiar el Cántico de Moisés.


El Cántico de Moisés

El día que Moisés le encargó a Josué que dirigiera a Israel en su lugar, Moisés escribió un cántico profético. Deut. 31: 22-23 dice:

22 Entonces Moisés escribió este cántico el mismo día, y lo enseñó a los hijos de Israel. 23 Entonces encargó a Josué, hijo de Nun, y dijo: "Sé fuerte y valiente, porque tú llevarás a los hijos de Israel a la tierra que les juré, y yo estaré contigo".

Ya que Josué (o Yahshua) era un tipo de Cristo que guiaba a Israel a la Tierra Prometida, este cántico no se trataba de Moisés, sino de Josué y su llamado. Por extensión, también se trata de Jesús, el Yahshua del Nuevo Testamento. Y sin embargo, debido a que Josué era de Efraín, mientras que Jesús era de Judá en su Primera Aparición, este cántico realmente se aplica al tiempo presente, porque es solo en su Segunda Aparición que Él viene como Efraín (o José) para guiarnos a la Tierra prometida.

En su Segunda Aparición, Él viene como un Hombre de la Nueva Creación, donde Él es la Cabeza, y los Vencedores son su Cuerpo. Por lo tanto, el “Cántico del Cordero” es el canto del arnión, el término que usó Jesús cuando le dijo a Pedro: apacienta mis corderos (Juan 21: 15). El arnión es el Cuerpo completo de Cristo, donde ninguno funciona sin el otro. Es distinto de Jesús en Sí mismo, quien es llamado el Cordero (amnos) en Juan 1: 29, 36; Hechos 8: 32 y en 1ª Pedro 1: 19.

Podemos concluir, entonces, que el Cuerpo de Vencedores que aparece en Apocalipsis 15 participa en la Segunda Obra de Cristo, sirviendo bajo su Cabeza: Jesucristo. Así como Josué fue comisionado para derrocar a las naciones cananeas con la ayuda del cuerpo de israelitas, Jesús derroca Babilonia con la ayuda de los Vencedores en Apocalipsis 15. Quizás la principal diferencia es que Josué conquistó Canaán con una espada del Antiguo Pacto, mientras que los Vencedores conquistan Babilonia con la mayor espada del Nuevo Pacto.

Asimismo, el Cántico de Moisés lamenta la corrupción de Israel en su día, pues después de comisionar a Josué, leemos en Deut. 31: 24-27,

24 Y aconteció que cuando Moisés terminó de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta completarlas, 25 Moisés mandó a los levitas que llevaban el arca del pacto del Señor, diciendo: 26 “Tomad este libro de la ley y ponedla junto al arca del pacto de Yahweh vuestro Dios, para que quede allí por testigo contra vosotros. 27 Porque yo conozco vuestra rebelión y vuestra terquedad; he aquí, mientras aún vivo con vosotros hoy, habéis sido rebeldes contra el Señor; ¿cuánto más, pues, después de mi muerte?

En otras palabras, el Cántico de Moisés —y, por extensión, toda la Ley de Dios— iba a ser un testimonio contra la nación a causa de su corazón rebelde. Dentro del cántico mismo, Moisés escribe en Deut. 32: 5, Se han corrompido para con Él… [y] son una generación perversa y torcida. Moisés también profetizó que Israel provocaría a celos a Dios (vs. 16-21). Sin embargo, al final, Moisés concluyó su cántico con un breve vistazo del final de la historia. Deut. 32: 43 dice,

43 Alegraos, oh naciones, con su pueblo; porque Él vengará la sangre de sus siervos, y se vengará de sus adversarios, y expiará su tierra y su pueblo.

En otras palabras, el pesimismo realista de Moisés terminaría en regocijo, no solo en Israel, sino en todas las naciones. La razón de esto se insinúa en el cántico mismo, donde Moisés habla de la fidelidad de Dios (Deut. 32: 4). Esto es aclarado por el Nuevo Pacto, donde Dios promete cambiar los corazones rebeldes de los hombres para que Él sea su Dios, y ellos puedan ser su pueblo. El Cántico del Cordero, entonces, puede verse como una adición o un segundo cántico que amplía la fidelidad de Dios y su capacidad para salvar a todas las naciones, aunque sea a través de mucho juicio.

Este cántico resultó ser la última palabra de Moisés a Israel, porque leemos en Deut. 32: 48-50,

48 Y habló Yahweh a Moisés aquel mismo día, diciendo: 49 Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy a los hijos de Israel por heredad. 50 Muere luego en el monte al que subes, y sé unido a tu pueblo, como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo.

Para un estudio más completo del Cántico de Moisés, véase mi libro Deuteronomio, la Segunda Ley, Libro 10, Profecías Finales.


El Cántico del Cordero

Tal vez el “cántico” de Ap. 15: 3-4 esté destinado a ser visto como una breve adición al Cántico de Moisés. Muestra el triunfo del Nuevo Pacto y cómo todas las naciones vendrán y adorarán delante de Él...” a causa de sus actos justos”. Esos actos de Dios toman la forma de juicios sobre las naciones ("Babilonia"). En particular, estos juicios alcanzan su clímax con las siete últimas plagas, traídas a la Tierra por los ángeles de las Siete Iglesias.

El mensaje principal de este cántico es mostrar que los juicios que se derramarán sobre Babilonia tendrán un resultado feliz, no solo para unos pocos sino para muchos. Todas las naciones glorificarán su nombre y lo adorarán por sus obras grandes y maravillosas. El resultado no será como lo fue con la tierra de Canaán, que Israel conquistó por la espada del Antiguo Pacto. Bajo el Antiguo Pacto, la Ley no tenía otro recurso que traer muerte y destrucción. Pero bajo el Nuevo Pacto, la Ley es satisfecha por la sangre del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1: 29).

Los Vencedores son los únicos que supieron (o entendieron) las palabras del Cántico nuevo de Apocalipsis 14: 3, y este es probablemente el mismo Cántico del Cordero de Apocalipsis 15: 2-3. El cántico trata sobre el Nuevo Pacto y la capacidad de Dios para salvar a todas las naciones en la Restauración de Todas las Cosas.

La mayoría de los cristianos, al no comprender completamente el Nuevo Pacto por el cual reclaman la salvación para sí mismos, no creen que Dios sea verdaderamente capaz de salvar a toda la humanidad. Creen que la voluntad del hombre es demasiado fuerte y que Dios es incapaz de cambiar los corazones de la mayoría de los hombres. También creen que la muerte de un pecador es una fecha límite para la salvación, y que incluso cuando todas las rodillas se doblan ante Él en el Gran Trono Blanco, todo es en vano, porque será "demasiado tarde" para que sean salvos.

Tal cántico sería incluso más pesimista que el cántico que cantó Moisés, porque al menos Moisés sabía que todas las naciones se regocijarían al final, aunque no entendiera completamente cómo Dios lograría eso. Pero los Vencedores representados en Apocalipsis 15: 2 se paran sobre el “mar de vidrio” en una posición de perfecto descanso. Sostienen “arpas de Dios”, porque cantan un cántico celestial, por revelación divina de la verdad que es desconocida para la mayoría de las personas en la Tierra.


Capítulo 16

EL TEMPLO ABIERTO Y GLORIFICADO


Apocalipsis 15: 5-6 dice:

5 Después de estas cosas miré, y el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo, 6 y los siete ángeles que tenían las siete plagas salieron del templo, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con fajas de oro.

Después de ver a los Vencedores de pie sobre el Mar de Vidrio (es decir, la fuente), Juan ve el templo celestial "abierto" por una mano invisible, y ve a los ángeles de las Siete Iglesias acercándose para derramar sus copas de vino. Dado que las Siete Iglesias se describen en Apocalipsis 1: 20 como "estrellas" o lámparas en el candelabro del templo, se deduce que sus ángeles estarían en el templo hasta que fueran llamados a cumplir su responsabilidad profética.

La escena de las siete copas nos da el significado del lado profético de la Fiesta de Tabernáculos, particularmente las siete libaciones que se ofrecían durante esa semana. En la Fiesta de Tabernáculos, los sacerdotes colocaban cuatro grandes candeleros en el atrio exterior, cada uno de 50 codos de altura, para llevar la luz del templo al pueblo, y aun a toda la ciudad. Así también Juan nos dice que el templo fue abierto, y los siete ángeles (“estrellas” en el candelero en Apocalipsis 1: 20) salieron del templo celestial a la Tierra (es decir, el “atrio exterior”).


Agua y Luz

La Fiesta de Tabernáculos era ante todo una fiesta de la cosecha, al final de la temporada de crecimiento. Era un tiempo de regocijo mientras el pueblo agradecía a Dios por la lluvia necesaria para traer una cosecha. La lluvia también significaba la efusión del Espíritu Santo, como lo habían predicho los profetas. Por eso enviaban un sacerdote cada día durante la fiesta con una jarra de plata para sacar agua del estanque de Siloé, la cual derramaban como libación en el altar, junto con vino.

En segundo lugar, en la noche colocaban cuatro grandes candeleros en el Patio de las Mujeres, cada uno con cuatro fuegos, para un total de dieciséis lámparas. El cuatro es el número bíblico de la Creación terrenal y el dieciséis es el número del amor. Por lo tanto, eso significaba proféticamente el amor de Dios enviando luz a toda la Creación para cumplir con el llamado abrahámico. La luz del candelero que normalmente estaba escondida en el templo era sacada para que todo el mundo la viera y la disfrutara.

Por supuesto, Apocalipsis 16 también se correlaciona con la decimosexta letra hebrea, ayin, que significa “ojo”, y significa ver, buscar o manifestar. Esta letra tiene un valor numérico de 70, que significa “restauración de todas las naciones”. Por lo tanto, la caída de Babilonia, aunque negativa desde la perspectiva de los hombres malvados, está destinada a restaurar a las naciones al corazón amoroso de Dios, en el momento de la Manifestación de los Hijos de Dios.


Los Efods

Hasta ahora, no se nos ha dado ninguna descripción de estos siete ángeles, aparte de que fueron identificados con las siete estrellas. Pero aquí ahora los vemos vestidos de lino, limpio y resplandeciente y con cintos de oro. Una nota a pie de página en The Emphatic Diaglott sostiene que un manuscrito dice lithon ("piedra") en lugar de linon ("lino").

Dado que los textos difieren, es útil ver que el Nuevo Testamento Numérico en Inglés de Panin dice que los ángeles estaban vestidos con piedras preciosas puras, resplandecientes y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. Panin estudió los valores numéricos de cada palabra, oración, párrafo y libro del Nuevo Testamento para discernir qué lecturas eran “inspiradas” según el sistema de numeración interno. Al usar aquí la palabra “piedra”, dice que esta palabra preserva los números inspirados incorporados en el texto.

Por lo tanto, debemos entender que estos ángeles fueron descritos como adornados con piedras preciosas puras y brillantes, con prendas de “lino” solamente implícitas. En otras palabras, cada uno de estos ángeles usa un efod, como lo usaban los sumos sacerdotes en la antigüedad (Éxodo 28: 15-21). El efod contenía cuatro filas de piedras preciosas con tres piedras en cada fila que representan las doce tribus de Israel.

Éxodo 28: 15 llama a este efod pectoral de juicio, lo que significa que el que lo usaba era llamado como juez para administrar justicia a las doce tribus. El sumo sacerdote, por supuesto, debía dictar el juicio de Dios, en lugar de sus propias opiniones. Aunque muchos sumos sacerdotes en la historia de Israel fallaron en administrar justicia apropiadamente, los siete ángeles administran justicia perfecta. Se les representa usando efods primero para establecer su autoridad espiritual y segundo para informarnos que su justicia es “pura” y de acuerdo con la voluntad y la mente de Dios.


Las Siete Copas

Apocalipsis 15: 7 dice,

7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos.

No se nos dice cuál de los cuatro seres vivientes suministró las copas de oro, pero sí sabemos que los cuatro seres vivientes (león, hombre, toro, águila) representan a las cuatro tribus principales de Israel alrededor del trono (tabernáculo) en particular, y toda la Creación en general. Por tanto, por su participación en este proceso judicial, los cuatro seres vivientes aprueban este juicio divino, porque están de acuerdo con el Cordero que está en el Trono (Ap. 5: 87, 14).

Esto se correlaciona con el hecho de que el capítulo 15 de Apocalipsis manifiesta la letra 15 del alfabeto hebreo, la samech, "un puntal o apoyo", o en este caso, un doble testimonio.

Surge entonces la imagen de los siete ángeles que avanzan después de que se ha pronunciado el decreto divino. Los cuatro seres vivientes responden con su habitual “Amén”, y equipan a los siete ángeles con cada juicio particular que han de decretar en la Tierra. Cada ministerio apoya a los demás en perfecta armonía, asegurando que se cumpla la Palabra de Dios.

Las siete copas son las de la Fiesta de Tabernáculos, donde se derramaban siete jarras de vino como libación, junto con siete jarras de agua, en dos caños, uno a cada lado del altar de bronce. Juan menciona solo siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, sin distinguir entre el agua y el vino. Quizás esto se deba a que Moisés no ordenó específicamente la ofrenda de agua en sus instrucciones en Números 29. Tal vez se entendió en plural, “ofrendas de libación” (Núm. 29: 21, 24, 27, etc.). O puede haber sido una revelación posterior que se agregó cuando los profetas hablaron sobre el derramamiento del Espíritu (Isaías 32: 15; Joel 2: 28; Ezequiel 36: 25-28).

Sea como fuere, la combinación de agua y vino sirvió para mostrar que el juicio venidero sobre las naciones sería acompañado por el derramamiento del Espíritu Santo. La combinación de estos dos factores es necesaria para cumplir el plan divino de establecer el Reino de Dios sobre la Tierra.


La vuelta alrededor del altar

En cada día de la Fiesta de Tabernáculos, los sacerdotes marchaban en procesión alrededor del altar del sacrificio, cantando (del Salmo 118: 25), ¡Oh, pues, ahora obra salvación, Yahweh! ¡Oh Yahweh, da prosperidad!” Pero en el séptimo día de Tabernáculos, daban siete vueltas alrededor del altar. Estas vueltas se hacían para recordar cómo había caído Jericó, cuando Israel llegó por primera vez a la Tierra de Canaán. Josué 6: 3-4 da esas instrucciones, diciendo:

3 Y marcharéis alrededor de la ciudad, todos los hombres de guerra rodeando la ciudad una vez. Lo harás durante seis días. 4 … entonces el séptimo día darás siete vueltas alrededor de la ciudad…

La caída de Jericó prefiguró la caída de Babilonia, por lo que debemos leer Apocalipsis 16 a la luz del relato de Josué. Ambos deben entenderse a la luz de la práctica común del templo en los días de Jesús, con la que Juan estaba tan familiarizado. Como veremos, la caída de Babilonia llega al final de la séptima copa derramada en Apocalipsis 16: 17-19. De hecho, el metafórico “terremoto” que destruye Babilonia sugiere que un terremoto físico real pudo haber sacudido Jericó, derrumbando sus muros.


Los Siete Salmos Proféticos

Mientras los sacerdotes derramaban las siete libaciones (agua y vino) en la Fiesta de Tabernáculos, cantaban salmos proféticos. Cada día cantaban un salmo diferente. Estos nos los da Alfred Edersheim en su libro, The Temple, hacia el final del capítulo 14.

Día 1. Salmo 105

Día 2. Salmo 29

Día 3. Salmo 50: 16 en adelante

Día 4. Salmo 94: 16 en adelante

Día 5. Salmo 94: 8-15

Día 6. Salmo 81: 6 en adelante

Día 7. Salmo 82: 5 en adelante

Estos Salmos son la base de la revelación de Juan de los eventos en cada una de las siete copas derramadas sobre Babilonia en Apocalipsis 16. Estudiaremos cada una de ellas en nuestro estudio del capítulo 16.


El templo lleno de su gloria

Apocalipsis 15: 8 dice,

8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que acabaran las siete plagas de los siete ángeles.

Cuando la gloria de Dios llenó el templo de Salomón, ocurrió un evento similar. 2º Cr. 5: 11-14 dice,

11 Y cuando los sacerdotes salieron del lugar santo... 12 y todos los cantores levitas... y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas 13 al unísono cuando los trompetistas y los cantores debían hacerse oír con una sola voz para alabar y glorificar al Señor... y cuando alababan al Señor diciendo: "En verdad es bueno porque su misericordia es eterna", entonces la casa, la casa del Señor, se llenaba de una nube, 14 de modo que los sacerdotes no podían estar de pie para ministrar a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la casa de Dios.

La glorificación del templo involucró a 120 sacerdotes que entraban en armonía con los cantores en la Fiesta de Tabernáculos. Años más tarde, en el día de Pentecostés en Hechos 2, el Espíritu llenó una reunión de 120 discípulos (Hechos 1: 15), quienes formaron el principio de un nuevo templo hecho de piedras vivas. A ellos también les costaba ponerse de pie y algunos pensaban que estaban borrachos (Hechos 2: 13-15).

El templo de Salomón, por supuesto, fue destruido por los babilonios a causa de los pecados de Judá y de los sacerdotes de Jerusalén. La gloria se había ido justo antes de esta destrucción (Ezequiel 11: 23), trasladándose al Monte de los Olivos. Cuando los judíos regresaron de Babilonia y construyeron el segundo templo, la gloria no llenó ese lugar, porque había sido abandonado como Silo, donde fue escrito el nombre Icabod.

Jesús llevó esa gloria al Cielo cuando ascendió del Monte de los Olivos (Hechos 1: 10-12). Diez días después, la gloria regresó y llenó su nuevo templo pentecostal. Pero Pentecostés, siendo una fiesta con levadura, no podía durar ni traer perfección, así que vemos al Espíritu Santo ir y venir muchas veces en los diversos “avivamientos del Espíritu Santo” durante la Era Pentecostal. Cada uno tuvo un buen comienzo, pero terminó pronto.

No es hasta Apocalipsis 15: 8 que el templo de Dios se vuelve a llenar. Esto viene en el contexto de la Fiesta de Tabernáculos y la Manifestación de los Hijos de Dios, quienes son los Vencedores.

Leemos que nadie podía entrar en el templo hasta que acabaran las siete plagas de los siete ángeles. ¿Qué significa entrar al templo? ¿Por qué los sacerdotes no pueden cumplir con sus deberes mientras el humo permanece en el templo? ¿Cómo profetiza esta situación el tiempo presente?

Estas son preguntas que las Escrituras no abordan directamente, pero si correlacionamos las siete “plagas” (copas) con los siete días de Tabernáculos, parece que aunque el templo fue abierto el Primer Día de Tabernáculos, los Vencedores tendrán que esperar hasta el Octavo Día de la fiesta para ser presentados a Dios en el Templo del Cielo.

Esto, por supuesto, está de acuerdo con la Ley de Filiación que se encuentra en Éxodo 22: 29-30,

29 No demorarás la ofrenda de tu cosecha y de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos. 30 Lo mismo haréis con vuestros bueyes y con vuestras ovejas, siete días estará con su madre; al octavo día me lo darás.

Mientras que los Vencedores (“primogénitos”) nacen el Primer Día de Tabernáculos, deben esperar una semana entera, porque no pueden ser presentados a Dios hasta el Octavo Día.

FIN DEL LIBRO V


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