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Capítulo 6
APÉNDICES
Decisión y compromiso: Entrad en el Río de la Bendición
El día veinte de febrero, aproximadamente un mes más tarde de haberse escrito este libro, la hermana Maribel Diaz, que daba profecías con frecuencia en la Señora, recibía y pronunciaba la siguiente en un culto:
"Es tiempo de renuevo para vosotros. Quebrantaos y humillaos delante de Mí y buscadme para conocerme. Quebrantaos y humillaos delante de Mí y buscadme para conocerme. El enemigo anda alrededor y quiere parar mi obra. Velad. Santificaos, limpiad vuestras vidas. Entrad en el Río de la Bendición, no os quedéis a un lado. Yo uso vasos de santidad".
Leyendo con detenimiento, nos daremos cuenta que es demasiada coincidencia, como para que la tomemos como mera casualidad. Esto nos confirma y alegra; pero también nos entristece tener que oír decir al Señor a su pueblo que le busque para conocerle, porque eso implica que su pueblo ahora no le conoce. ¡Un pueblo que no conoce a su Dios! (Os.5: 4) ¡Que Dios nos tenga misericordia!
El precio se pagó en la Cruz y ya hemos tenido bastante oprobio. Solamente nos separa de este sublime llamamiento una decisión. ¿Recordamos la última profecía del Señor?
"DECIDÍOS por mí; comprometeos conmigo; levantaos, os traigo un renuevo…"
Renuevo nos habla de retoñar, de resurrección y nos recuerda ese versículo que dice: "levántate de los muertos y te alumbrará Cristo" (Ef. 5: 14).
Creemos que a nuestra generación le ha cabido el honor de "desenrollar la alfombra roja" de bienvenida al Renuevo, al Creador del Universo, al Altísimo Señor Jesucristo, al Rey de Gloria, en su Segunda Venida. Antes vino como Judá y ahora, con su túnica manchada en sangre (Ap. 19: 13), como José, para ejecutar su Segunda Obra: quitar el pecado.
a nuestra generación le ha cabido el honor de
"desenrollar la alfombra roja" de bienvenida al Renuevo, al Creador del Universo,
al Altísimo Señor Jesucristo,
al Rey de Gloria, en su Segunda Venida.
¿El momento idóneo para esta decisión? ¡Ahora! (Sal. 118: 25).
¿En manos de quien están las llaves? En las de los líderes de la Señora Elegida.
¿Cual es la decisión?
¡SANTIFICACIÓN O NAUFRAGIO!
¿Cruzaremos ese río y acamparemos al otro lado o haremos como aquellos "que se deleitaron en vagar y no dieron reposo a sus pies" (Jer. 14: 10)?
Hagamos memoria no sea que nos veamos negando lo obvio:
- Si no hay frutos es que no hay poder de vida.
- Si no hay vida es que no hay santidad idónea en los santos.
- Si no hay santidad idónea en los santos es que no hay consagración absoluta (rendición total).
La hermana Ana Mª Torre vio en su visión que alguien sería el primero en pisar las matas de INCREDULIDAD (miedo) y MURMURACIÓN (queja); es decir aplastaría la REBELDÍA (desobediencia, anarquía, iniquidad). Cuando lo haya hecho,
¿QUERREMOS SEGUIRLE AL APOSENTO ALTO DE TABERNÁCULOS A ESPERAR LA DOBLE PORCIÓN?
¿ENTRAREMOS TRAS DE ÉL AL CAMPO SIN LABRAR?
Dios lo quiera. Amén.
Una buena táctica de lucha: dejar de luchar (La Táctica de Josafat)
Si se quiere vencer dejar de luchar es una táctica santa que se extiende por toda la Biblia. Veamos algunos ejemplos:
Y
Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad
firmes,
y ved la salvación que Yahweh hará hoy con vosotros... Yahweh
peleará por vosotros, y vosotros estaréis
tranquilos
(Éx. 14: 13-14).
Yahweh os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios… No habrá para qué peleéis vosotros en este caso: paraos, estad quietos, y ved la salvación de Yahweh con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Yahweh estará con vosotros... Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Yahweh... (2º Cr. 20: 15, 17, 22).
Porque nadie será fuerte en su propia fuerza (1ª Sam. 2: 9c).
Dios es nuestro amparo y fortaleza,... Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar… Estad quietos, y conoced que yo soy Dios (Sal. 46: 1-2, 10).
Ciertamente Egipto (el mundo) en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos (Is. 30: 7).
Porque así dijo Yahweh el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza (Is. 30: 15).
¡Ay de los que descienden a Egipto (el mundo) por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Yahweh! (Is. 31: 1).
... pero los que esperan a Yahweh tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Is. 40: 31).
Si bien estaré quieto en el día de la angustia (Hab. 3: 16d).
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Yahweh de los ejércitos (Zac. 4: 6).
Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas (Heb. 4: 10).
Siempre lo mismo, a lo largo de toda la Escritura. Siendo tan claro y sencillo, entonces ¿por qué nos es tan difícil de aplicar? Muy fácil, porque esto es lo opuesto a nuestra naturaleza. Para esto hay que tener fe, andar por fe y no por vista.
La vida en la gracia es para valientes; los pusilánimes prefieren la Ley (Phillip Yancey en Gracia Divina versus Condenación Humana).
¿Estamos confiando en Dios hasta ese punto? ¿Aunque se nos mueva el suelo bajo los pies? ¿Estamos dispuestos a decirle a Dios: "es Tu problema", y luego cruzarnos de brazos y solamente esperar confiados, hasta que lleguen el día "D" y la hora "H" de la intervención divina?
Recordemos que en el libro de Apocalipsis previamente a la intervención de Dios, el Cielo hizo silencio como de media hora. Es bueno y necesario callar y esperar cuando Dios se dispone a intervenir (Ap. 8: 1).
La "matemática" bíblica en la fórmula del avivamiento
¿Cómo comenzar un avivamiento?
Aún siendo de perogrullo hemos de decirlo: un avivamiento ha de comenzarse por el principio.
¿Cual es ese principio?
Muy sencillo: RECONOZCAMOS EL APAGAMIENTO.
Dejémonos ya de autocomplacencia y de presunción. Dejemos ya de echarle la culpa a Dios por nuestros fracasos.
Líderes, reconozcan que la culpa de que la Iglesia esté donde está es de ustedes y de nadie más, o ¿acaso se ha acortado la mano de Yahweh? ¡No!, sino que nuestros pecados han hecho división entre Dios y nosotros y Él ha tenido que escondernos su rostro.
¡Dirigentes del pueblo de Dios! ¡Claudiquen de su indolencia y auto-indulgencia y arrepiéntanse en saco y ceniza, entonen el mea culpa, no lo posterguen más!
Dejémonos ya de
autocomplacencia y de presunción.
Dejemos ya de echarle la culpa a Dios
por nuestros fracasos.
Líderes, reconozcan que la culpa
de que la Iglesia esté donde está
es de ustedes y de nadie más
¿Cuándo se libera un alcohólico o un drogadicto, o cuándo un pecador?
Siempre es igual, en cada caso el primer paso es reconocer lo que se es, reconocer como se está.
Amados líderes de Tarsis, Europa y del mundo, evítennos el sonrojo de salir a evangelizar sin estar limpios; evítennos la vergüenza pública del nombre del Señor y de su Iglesia en los medios de comunicación. Dejemos de ser el hazmerreír y la causa de confusión del mundo. No ofendamos más a Dios haciendo el ridículo. Entendamos y practiquemos que no se debe predicar la moral en ropas menores, pues solo los crucificados son aptos para predicar la Cruz de Cristo.
evítennos el sonrojo de salir
a evangelizar sin estar limpios…
no se debe predicar la moral en ropas menores,
solo los crucificados son aptos para
predicar la Cruz de Cristo
Como dice el adagio, “predica el evangelio y si tienes oportunidad habla de Cristo”. ¿Qué hacemos hablando a otros de Dios cuando no lo vivimos, estamos llenos de inmundicias y nos tiramos a la yugular entre nosotros?
El segundo paso bien pudiera ser reconocernos totalmente impotentes para salir del atolladero y renunciar a intentarlo, admitiendo así que solo Dios tiene poder para hacerlo.
Tercero, abandonémonos en Él, literalmente desistamos en Él, claudiquemos en Él, soltemos las riendas. Otra tradución de mi versículo lema es, “cesad y conoced que yo soy Dios” (Sal. 46: 10).
Necesitamos dejar de confiar en nosotros mismos. Traguémonos la soberbia y el orgullo y, rendidos, clamemos:
¡ESTAMOS APAGADOS!
¡AVÍVANOS SEÑOR!
Siempre ha sido igual, la degradación de los dirigentes condujo a los periodos más umbríos que el pueblo de Dios atravesó en todas las Edades. Era en esas oscuras etapas que la voz del profeta se alzaba para pregonar desde el fondo de su alma y ardiendo en fuego consumidor: ¡VOLVEOS A MÍ! (Jer. 20: 7-9).
Siempre ha sido igual,
la degradación de los dirigentes
condujo a los periodos más umbríos
que el pueblo de Dios atravesó
en todas las Edades.
¿Acaso no es suficientemente claro que cuando el Señor nos dice "volveos" es que estamos escuchando su voz tras nuestra nuca, lo que equivale a decir que estamos marchando en dirección contraria? Seguir caminando obstinadamente es, pues, abocarse y abocar al pueblo hacia el barranco.
cuando el Señor nos dice "volveos"
es que estamos escuchando Su voz
tras nuestra nuca, lo que equivale a decir
que estamos marchando en dirección contraria
Sí, amados líderes, no tienen excusa. La Iglesia está donde está porque es ahí donde ustedes la han llevado. Sigan ustedes a Cristo viviendo como Él vivió aunque no les siga nadie. No esperen a que alguien los acompañe para empezar a vivir santamente, háganlo aunque se queden solos. Dejen de opacar con sus nefandas conductas y un compromiso de doble ánimo la luz del evangelio completo. No se conviertan en la excusa de los pequeñitos, para seguir haciendo como a cada cual le parezca (Jue. 17: 6) (Lam. 4: 11-13).
Sí, amados líderes, no tienen excusa.
La Iglesia está donde está
porque es ahí donde ustedes la han llevado.
¿Que esto les supondrá una vergüenza después de tanto tiempo? Por supuesto; pero van a tener que elegir entre confesar y restituir, entonando el mea culpa ahora ante los hermanos y ser perdonados, o hacerlo ante el Tribunal de Cristo y ser disciplinados en el Milenio y quizás también ahora. Recuerden que el juicio comienza por su Casa.
Mejor será pues que nos juzguemos a nosotros mismos, que nos pongamos de acuerdo con nuestro adversario ahora que vamos juntos por el camino, porque luego será demasiado tarde.
Volviendo a la cuestión "aritmética", vemos la misma fórmula por toda la Palabra, con casi idénticos términos; por ejemplo, en los avivamientos de 2º Cr. 29, Esdras, Nehemías, Joel, Deuteronomio 30, Josué...
En el caso de Josué esta fue la "fórmula mágica":
1- Reconocer y confesar el extravío o apagamiento.
2- Dejar de luchar con sus propias fuerzas, literalmente dejar de maquinar y de obrar en la carne.
3- Tomar la decisión de pasar al otro lado, de cruzar el Jordán, de morir al YO; es decir, rendición total y consagración.
4- Santificación o circuncisión del corazón:
- Arrepentimiento.
- Confesión, específica, de pecados (Is. 59).
- (De la parte de Dios: Juicio, es decir, retribución y pago, 2ª Cor. 10:6).
- Restitución.
5- Poder de lo Alto: sanación de los que oran unánimes.
6- Pascua o amor en comunión: (Santa Cena 1ª Jn. 1: 7):
- Amor a Cristo.
- Amor propio.
- Amor a los hermanos (amor fraternal no fingido, 1ª Ped. 1: 22).
- Amor (pasión) por las almas perdidas.
7- Marchar y conquistar (frutos).
1+2+3+4+5+6 = 7
Debemos aclarar que la "matemática espiritual" difiere de la científica en que no sigue la regla de que el orden de los sumandos no altera la suma. En nuestra "matemática" el orden es inexcusable, de lo contrario no se obtendrá el resultado apetecido. Por lo tanto, recordemos que el Señor siempre opera de adentro hacia afuera: primero el espíritu, después el alma y al final el cuerpo; o si se prefiere, hablando de lo externo: primero levantamos el altar, luego el templo, después la ciudad con su muro y al fin nos apropiamos de los predios circundantes.
Algo nuevo hago hoy
"Por la misericordia de Yahweh no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad" (Lam. 3: 22-23).
Aunque los pasos básicos para el avivamiento son una constante en la historia bíblica, cada avivamiento ha tenido sus peculiaridades, porque Dios no puede ser encasillado "matemáticamente". Esto es obvio especialmente en las manifestaciones externas de cada avivamiento. El Señor siempre hizo y hará como le venga en gana. Él viene a nosotros para romper preconcepciones o ídolos del corazón, doctrinas equivocadas o mal entendidas, atavismos, pensamientos trasnochados, y maneras arcaicas. Romperá barreras, normas, rutinas y tradiciones. Pondrá la Iglesia patas arriba y a nosotros solo nos quedará decir: "Amén y amén".
El Señor no echará su vino nuevo en odres viejos denominacionales, sino que probablemente derramará de lo alto la unidad de mente y de espíritu, que los hombre no pueden fabricar, tal como lo hizo en Hc. 4: 32, Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Usará a vencedores que Él ha estado preparando en oculto por mucho tiempo. Seguramente hará cosas que nosotros nunca hubiéramos pensado ni nos hubiéramos atrevido a hacer; cosas tal vez "ridículas" y "tontas", para confundir a los sabios de este siglo.
Resumiendo, hará como le dé su real gana y nosotros tendremos sencillamente que obedecer o quedar excluidos de la gloria.
El Señor no echará su vino nuevo
en odres viejos denominacionales
Pero por sobre todo eso Dios nos hará regresar a su Palabra, a su Ley, a poner de nuevo en vigencia el libro de los Hechos de los Apóstoles con mayor vigor que entonces.
Este Derramamiento Final de Tabernáculos, será mucho mayor que Pentecostés, que sólo fue un anticipo, algo así como la traca final de la fiesta.
Nota:
Hoy, en la fecha de esta publicación, ya sabemos que esto que viene no será un Pentecostés II, sino la última fiesta, la Fiesta de Tabernáculos, el Gran Derramamiento Final. Pentecostés fue grandioso y eso que fue una fiesta con levadura (Lev. 23: 17). Tabernáculos será apoteósico y aún más grandioso porque es sin levadura, en completa santificación de espíritu y alma. Dios siempre reserva su mejor vino para el final y la gloria postrera siempre es mayor que la primera.
Es la hora de abandonar la queja o murmuración porque el “salario” de ministros en forma de almas o éxito no nos llega; Dios no es un mal patrón sino que nosotros somos malos e indignos obreros, que no merecen paga sino castigo.
Es la hora de abandonar la queja o murmuración
porque el “salario”… no nos llega;
Dios no es un mal patrón
sino que nosotros somos malos e indignos obreros
que no merecen paga sino castigo.
Es tiempo de la RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS, porque estos últimos días son días en que todo será restaurado; días en que por fin los cristianos se ceñirán completamente a la Biblia, sin añadidos ni quitas. No podemos vivir en toda plenitud mientras pensemos, hablemos o hagamos algo aparte del "guión". Es el tiempo de vivir conforme a nuestro manual, todo el manual y sólo el manual. Es la hora del oro refinado, de la plata sin escorias y de las piedras preciosas transparentes, talladas y pulidas.
La hora de la OMEGA está aquí, EL FIN ha llegado.
Es tiempo de la
RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS
Es la hora del oro refinado, de la plata sin escorias
y de las piedras preciosas transparentes,
talladas y pulidas.
La hora de la OMEGA está aquí,
EL FIN ha llegado.
El ínclito bíblico "hasta lo último de la tierra", es decir según creemos, Tarsis o Finis-terre, lleva dos mil y pico de años echándole la culpa a Dios de que las cosas no funcionan. Sin embargo, es la hora de que nos arrepintámonos en saco y ceniza y, si lo hacemos, el avivamiento vendrá. Saquemos la inmundicia del santuario (2º Cr. 29: 5) y cambiemos la dirección de nuestro dedo acusador hacia nosotros y no hacia Dios y, repetimos, entonemos junto a Daniel el mea culpa (Dan. 9):
4. Y oré a Yahweh mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5. hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra Ti. 8. Oh Yahweh, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9. De Yahweh nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra Él nos hemos rebelado, 10. y no obedecimos a la voz de Yahweh nuestro Dios, para andar en sus leyes que Él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11. Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra Él pecamos. 12. Y Él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13. Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Yahweh nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14. Por tanto, Yahweh veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Yahweh nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15. Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16. Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17. Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18. Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
Que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo nos ayuden a estar preparados para la, probablemente, hora más importante de todas las dispensaciones.
Amén.
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? (1ª Ped. 4: 17).
En la ira acuérdate de la misericordia (Hab. 3: 2).
Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados (1ª Cor. 11: 31)
Esperamos un Pentecostés II en toda plenitud (TABERNÁCULOS)... ¿Será aconsejable esperarlo en “la Nueva Jerusalén”, quietos en el Aposento Alto?
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