AudioLibro: FINIS-TERRE AL BORDE DEL JORDÁN 3, Cap. I - La Circuncisión y la Pascua en Gilgal - Parte 1, José
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Capítulo 1
La circuncisión y la Pascua en Gilgal
Josué 5: 1-6:51. Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Yahweh había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel.2. En aquel tiempo Yahweh dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.3. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.4. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto.5. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado.6. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Yahweh; por lo cual Yahweh les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Yahweh había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel.7. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino.8. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.9. Y Yahweh dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.10. Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.11. Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.12. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.13. Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?14. El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Yahweh he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?15. Y el Príncipe del ejército de Yahweh respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.1. Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.2. Mas Yahweh dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.3. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.4. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.5. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
Comentario de los versículos:
1. Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Yahweh había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel.
"Cuando los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, al occidente, y todos los reyes de los cananeos, que estaban cerca del mar"...
Se nos dice que "estaban al otro lado". ¿Les suena, hermanos, lo del "otro lado"? Un hermano predicó recientemente sobre ese "otro lado". Se trata del lado de la bendición, de la tierra soñada, de la vida de resurrección, de la vida que fluye de la muerte, del "shalom" de Dios, de la vida triunfante, de la liberación del gadareno,..., en fin, ¡del avivamiento!
Aquí se trata del otro lado del Jordán. Creo que esto pueda representar lo mismo que el mar en el pasaje de la Tempestad Calmada (Mat. 8: 24): los problemas, el fracaso, la frustración, las enfermedades y, sobre todo, el miedo: "¡sálvanos Señor que perecemos!". El mar de lo negativo, de las quejas, de los lloriqueos,...; es decir, LA INCREDULIDAD Y LA MURMURACIÓN (murmuración contra Yahweh y no solo esa otra murmuración, menos importante, contra el hermano; la no aceptación de la voluntad de Dios y no solamente los chismes), las dos matas que vio la hermana en la visión.
"Oyeron como Yahweh había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel"...
Todos los demonios, los grandes, los chicos, los de cerca y los de lejos, oyeron. Qué paradójico que lo que se oyera fuera el secado de las aguas; es decir, el cese de las quejas y los lloriqueos, ¡el silencio de los corazones confiados!
Cuando el pueblo se decidió a dejar de vagar por el desierto; es decir, a dejar de enfocarse en sus miserias, dejar de rumiar sus problemas y poner sus ojos en Cristo; entonces las aguas del Jordán fueron detenidas, lo cual puso fin a los contratiempos. De un plumazo, con un leve guiño, el Señor los volatilizó. Eso nos sugiere que debemos tener un ¡enfoque hacia adelante y no más en círculos!
"Delante"
de ellos lo hizo el Señor, pues siempre marcha al frente de los que creen, resolviendo sus problemas.
"Hasta que hubieron pasado...
Cuando nos decidamos Dios secará las aguas (los problemas acuciantes), hasta que todos pasemos al otro lado, hasta que estemos en lugar seco (Jos. 4: 18); sí, Él sostendrá nuestras cargas mientras lo hacemos.
En el capítulo cuarto de Josué tenemos simbolizadas la muerte al YO, la sepultura de ese yo, y la resurrección (vers. 9, 20). Las doce piedras en el cauce del río quedaron sepultadas bajo las aguas y del otro lado se levantaron doce nuevas.
Es importante notar que estas muerte, sepultura y resurrección, fueron colectivas; todos tuvieron que pasar. La Señora habrá de pasar el Jordán sin que quede ninguno de los que no murieron en el desierto. Pasaremos todos juntos. He aquí la muerte corporativa de la iglesia local, la muerte como Cuerpo; no es suficiente la muerte individual o de unos pocos , sino de ¡todos!
Solamente cuando cesó la rutina, la inercia de vagar en círculos por el desierto y todos juntos clamaron (oración) de corazón a Dios: "¡Llévanos al otro lado!”. Cuando se decidieron por Él y se comprometieron con Él, Yahweh detuvo las aguas y cruzaron, saliendo del atolladero. Primeramente ellos tuvieron que reconocer su extravío (Sal. 69: 1-3) y volverse a Dios; es decir, algo así como: "Hemos fracasado Señor, nosotros somos absolutamente incapaces y quitamos ahora nuestras manos, poniéndonos en las Tuyas, ¡por favor llévanos en tus brazos al otro lado!".
Porque mientras continuemos vagando en LA ROTONDA DEL ACTIVISMO, El Señor no cogerá los remos y el timón para conducir la barca (iglesia). ¡Activismo, que es "estatus espiritual", apariencia de piedad; es decir, un nauseabundo disfraz de obras muertas (religiosidad), para encubrir la vaciedad interior (Heb. 9: 14; Is. 64: 6; 59: 6-18; 1: 11-15; Gén. 3: 7). Son varias veces las que Dios nos ha exhortado a que dejemos el activismo; ahora ¡hagámoslo!
¡Activismo, que es "estatus espiritual",
apariencia de piedad; es decir, un nauseabundo
disfraz de obras muertas (religiosidad),
para encubrir la vaciedad interior.
"Acamparon en Gilgal"
Esto ya se dijo en el versículo 4: 19 y se repetirá una vez más en el 5: 10; tres veces en total, por lo que debemos prestarle especial atención.
¿Qué es ACAMPAR? Es, sin duda, parar, no moverse, estarse quieto, descansar, reposar,...; es decir, ¡NO OBRAR, NO HACER NADA!
Nadie que no haya pasado por el Jordán y acampado en Gilgal, "reposando de todas SUS obras", podrá entrar a la Tierra Prometida (Heb. 4: 10, 4). Sin el tiempecito de acampada en Gilgal no se debe ir a pelear. Quizás se pueda ir, pero a riesgo de hacer el ridículo y tener que volver desnudos y heridos, como los hijos de Esceva (Hch. 19:16).
Creemos que esperar en Jerusalén hasta recibir la promesa de poder (Hch. 1: 4, 8), nos habla no solo de una experiencia pentecostal individual, sino también de una experiencia corporativa: "todos unánimes juntos", y así es como ocurrió en Hch. 2.
¿Qué es ACAMPAR?
Es, sin duda, parar, no moverse,
estarse quieto, descansar, reposar,...;
es decir, ¡NO OBRAR, NO HACER NADA!
"Desfalleció su corazón y no hubo más aliento delante de los hijos de Israel" (ver Neh. 2: 19; 4: 1, 7)
Probablemente nos ocurra como a Nehemías con Sanbalat, pero la Palabra nos dice que "no tendrán más aliento" para vencernos. ¡Qué cosas!, cuando al fin dejaron de vagar en círculos por el desierto para acampar, los demonios perdieron su poder; es decir, cuando el pueblo cesó de hacer que hacían, cuando abandonó la simulación, cuando dejó el activismo encubridor, para, ahora sí, servir al Dios vivo; (lo que nos sugiere que antes no se le estaba sirviendo a Él y, por lo tanto, se le estaba sirviendo al enemigo [Mat. 12: 30]). Es cuando nosotros paramos y soltamos las riendas, que Dios las agarra, asume el mando y se hace cargo del barco y de la carga. ¿Qué capitán respondería por un embarcación cuyo timón no está dirigiendo? A este Capitán sí que le temen los espíritus diabólicos, porque Éste si tiene todo el poder.
cuando el pueblo cesó de hacer que hacían,
cuando abandonó la simulación,
cuando dejó el activismo encubridor,
para servir al Dios vivo…
"En aquel tiempo Yahweh dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel" (v. 2).
"En aquel tiempo"
Se enfatiza que es después de pasado el Jordán y haber acampado en Gilgal y no antes. El "en aquel tiempo" de aquí, es el "cuando" del versículo uno; es decir, estando ya las huestes espirituales de maldad derrotadas.
"Yahweh dijo a Josué"
Es Yahweh quien dirige, no Josué. La iglesia ha de ser gobernada por el Espíritu Santo y no por nuestras mentes, más o menos lúcidas, lo mismo da (Is. 1:5). Toda idea no nacida en la mente del Señor, incluso las ideas brillantes y atractivas, procede de la vieja creación y por tanto es vanidad, no sirve, es desechable. ¿Están nuestros líderes recibiendo la palabra "rhema" del Señor, o están conduciéndonos por sus ideas, programas y doctrinas humanas?
"Hazte cuchillos afilados":
"Padre, santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Jn. 17: 17).
En el pasaje de Heb. 4: 12-13 tenemos la cortante espada o cuchillo de nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo penetrándonos y exponiendo hasta lo más recóndito de nuestro ser interior, como hacían los sumos sacerdotes en el Antiguo Testamento para preparar el sacrificio, y separando lo carnal de lo espiritual. (¡Hebreos, la epístola de la santificación que conduce al reposo y al gozo!). Así pues, Josué tuvo que prepararse algunos afilados mensajitos, para la santificación del pueblo.
¿Apreciamos aquí lo que tuvo que hacer el pueblo en Gilgal? Santificarse por medio del lavatorio de la Palabra de Dios. Una vez acampados, una vez en obediencia, mediante las afiladas predicaciones, tal vez cortantes e hirientes, que su líder Josué les arengó. Como dice Efesios 5: 26: "Para santificarla (a la iglesia), habiéndola purificado en el lavatorio del agua por la palabra". Esto nos recuerda el avivamiento de Nehemías 8, cuando Esdras ayudado por los levitas leyeron y explicaron la Palabra al pueblo y ellos lloraron al entenderla (8: 9).
"Vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel"
Vuelve y segunda son vocablos redundantes, que enfatizan la repetición de algo que no debería de haberse tenido que volver a hacer, o que ya debería estar hecho. Si ello se hubiera hecho a su debido tiempo, el un día santificado pueblo de Dios, no hubiera devenido incircunciso. Los incrédulos y desobedientes hombres de guerra habían abandonado el Pacto Abrahámico, al no circuncidar a sus hijos por el camino en el desierto. La circuncisión a su tiempo, en la tierna edad, es fácil, poco dolorosa y de rápida recuperación (la circuncisión se practicaba al octavo día y hoy está médicamente comprobado que en ese octavo día la sangre tiene la mayor capacidad de coagulación; además el octavo día nos habla de resurrección); pero ahora los otrora tiernos prepucios de los bebés, estaban endurecidos. ¡Qué tremendo dolor cortar ahora y cuán larga la recuperación! Una vez más eran los hijos quienes pagaban por la irresponsabilidad de sus padres; una vez más el pueblo pagando la factura por sus líderes negligentes. Y no es de extrañar, vemos que esto es una constante desde los tiempos del Génesis hasta nuestros días. Los despertamientos siempre estuvieron precedidos de las más profundas simas espirituales; a las que se llegaba por la progresiva degeneración y degradación de los dirigentes, hasta alcanzar a la práctica totalidad del pueblo; como siempre, con la excepción de un pequeño remanente preservado por la gracia y la misericordia de Dios. El Señor castigará severamente a quienes, debiendo velar por su rebaño, se obstinaron orgullosamente en rechazar la voz del Espíritu; a quienes, aún con tantísimas evidencias, desobedecieron uno tras otro los llamados a volverse. "Si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No sirve para nada más...", Mat. 5: 13.
He aquí un cuadro de la Iglesia insípida, no diferenciada del mundo, sino mezclada con él. ¡La Iglesia adúltera! "¡Señor, en la ira acuérdate de la misericordia!" (Hab. 3: 2). Menos mal que en su año agradable Él viene con retribución y con pago, pero respetando aún "la caña cascada y el pábilo que humea", (Is. 35: 4; 40: 10; 42: 3).
¿Humean todavía nuestros pábilos, aunque sea un poquito? Entonces todavía tendremos alguna esperanza; de lo contrario nos pasará como a la higuera, que después de tres años sin fructificar ¡sería arrancada! ¡Y estamos comenzando el tercer año, el tercer milenio!, el tiempo en que la rosa (Israel), arrancada por dos días, será trasplantada (ver Luc. 13: 6-9 y las notas en la Versión Recobro).
Dicho de otra forma, tenemos aquí a la Séfora mundana que no gusta de los radicalismos del corazón circuncidado. Ella acompañará a Moisés (Cristo) si no hay circuncisión, pero cuando la Iglesia quiera radicalizarse (circuncidarse), Séfora regresará a los tranquilos, pero intoxicantes pastos, de la religión en Madián, al menos por un tiempo. Lástima de tantísimos varones capitaneados por "Séforas" y no por el Señor, varones castrados por no querer ser circuncidados. Sí varón, estarás postrado en cama, como Moisés, mientras no circuncides a tu hijo (tu ministerio), aunque tu esposa te abandone por hacerlo. Como pretendas ser un esposo radical, esposo de sangre, puede que tu Séfora se te devuelva, pero ya sabes: "Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá CIEN VECES MÁS, y heredará la vida eterna" (Mat. 19: 29). (ver Éx. 4: 19-26).
… tenemos aquí a la Séfora mundana que no
gusta de los radicalismos del corazón
circuncidado.
Ella acompañará a Moisés (Cristo)
si no hay circuncisión,
pero cuando la Iglesia quiera radicalizarse
(circuncidarse), Séfora regresará a los
tranquilos, pero intoxicantes pastos,
de la religión en Madián,
al menos por un tiempo.
Lástima de tantísimos varones capitaneados por
"Séforas" y no por elSeñor,
varones castrados por no querer ser
circuncidados.
Los padres de aquellos niños y jóvenes, los hombres de guerra, a pesar de que un día fueron circuncidados, se rebelaron contra Dios, resistiéndose a entrar en la Tierra Prometida por miedo, lo contrario a la fe; es decir, por incredulidad, es decir, por desobediencia. Hebreos 3: 18 lo dice bien claro: "porque desobedecieron"; y Hebreos 3: 19 nos lo traduce: "por incredulidad". ¿Qué nos decía el Señor en la visión de la hermana? Nos decía que una de las matas que impedían el acceso al campo de labranza era la incredulidad. Y ¿qué es la incredulidad? Es un grave pecado, aunque hablemos de ella como algo baladí; porque no creer a la Palabra de Dios (que no es lo mismo que no creer en Dios; eso lo hacen hasta los demonios) es como rechazar a Dios; y no es posible tener una relación íntima con Dios sin creer (en hebreo la palabra significa también obedecer, confiar) su Palabra, poniéndola por obra.
Sabemos que la circuncisión es tipo de la santificación y ya de eso nos habló con acierto un hermano en varios estudios bíblicos recientemente; diciéndonos que en la actualidad esto se refiere a la circuncisión de nuestros corazones y no de nuestros prepucios. También nos dijo que hasta este momento el Señor había sido consentidor con el pueblo, pasando por alto ciertas prácticas de la Ley; que había hecho la vista gorda corriendo un tupido velo. Otro hermano compartía después lo mismo, pero precisando que el periodo de hacer la vista gorda eran los tres años que el Señor había ido a buscar fruto a la higuera sin hallarlo (Luc. 13: 6).
Me parece que el Señor intentaba decirnos que ya no es hora de jugar jueguecitos, de jugar a "cristianitos". Se acabó el periodo de hacer la vista gorda y habrá que dejar de hablar y comenzar a obedecer, de santificarse verdaderamente y no solo de boca ante el altar; llegó la hora de rasgarse los corazones y no sólo las vestiduras (Joel 2: 13).
Se acabó el periodo de hacer la vista gorda y
habrá que dejar de hablar y comenzar a
obedecer, de santificarse verdaderamente
y no solo de boca ante el altar;
llegó la hora de rasgarse los corazones
y no sólo las vestiduras.
Pero, ¿qué es la circuncisión del corazón? ¿qué un corazón incircunciso? Deuteronomio 10:12-16 nos lo deja muy nítido: "Temer a Dios, andar en sus caminos, amarle y servirle con todo el ser y guardar sus mandamientos". Es pues un corazón incircunciso aquel que está endurecido, velado, ciego (2ª Cor. 3: 14-18); endurecido por el pecado, por la soberbia, por el orgullo, por resistir al Espíritu Santo (Hch. 7: 51). He aquí el velo que nos ciega: ¡la inmundicia, el pecado, la mundanalidad, la carnalidad!
He aquí el velo que nos ciega:
¡la inmundicia, el pecado, la mundanalidad,
la carnalidad!
En la circuncisión de la carne se cortaba el prepucio del órgano genital masculino, el órgano más difícil de someter. En la circuncisión del corazón nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo rasga nuestro órgano más difícil de someter: la lengua (Stg. 3: 8; Prv. 16: 1). Por eso cuando recibimos el bautismo en el Espíritu Santo, lo primero en ser controlado por Él en nuestro cuerpo es nuestra lengua; de ahí el orar en lenguas según el Espíritu nos dé que hablemos, como principal manifestación de dicho bautismo en la mayoría de los casos. El Espíritu irá progresivamente domando nuestra lengua y ensanchando su dominio a todo nuestro cuerpo. Según esta idea de Yongui Cho de su libro La Cuarta Dimensión, la lengua es el centro neurológico del lenguaje que controla los demás centros; es decir, controlando nuestros pensamientos, el Espíritu nos hará varones perfectos, estando sometidos a cabalidad.
¿Cómo, pues, puede volver a ser un incircunciso alguien que fue bautizado en el Espíritu Santo? Porque por la dureza de su cerviz, por su obstinación, ha vuelto a arrebatar el control al Espíritu, ya que machaconamente viene resistiéndolo siempre, durante mucho tiempo. En fin, diremos que un corazón incircunciso es un corazón no quebrantado, un corazón en rebeldía. (Hch. 7: 51; Jer. 4: 4).
¿Cómo, pues, puede volver a ser un incircunciso
alguien que fue bautizado en el Espíritu Santo?
Porque por la dureza de su cerviz (obstinación)
ha vuelto a arrebatar el control al Espíritu,
ya que machaconamente viene resistiéndolo
siempre, desde hace mucho tiempo.
Por el contrario, en el creyente manso la lengua ha sido sometida (síntoma inequívoco de madurez) y, por tanto, escucha más que habla, hace más que dice y no murmura, ¡ni en su interior! Sino que se somete con agrado a las autoridades, personas y las circunstancias que Dios permite en su vida. ¿Cual era la segunda mata que impedía el acceso al campo virgen de la visión? La murmuración, que incluye los chismes contra el hermano, pero sobre todo contra Dios; esto es, las quejas, las pataletas, los lloriqueos, la no aceptación de su control o gobierno soberano de nuestras vidas, como su voluntad perfecta, buena y agradable para nosotros. Esto es refunfuñar contra Él, regatear con Él, esquivar el precio, rehuir el fuego transformante; en fin, rechazar la obra de la Cruz en nuestras vidas, y seguir haciendo lo que nos viene en gana, saliéndonos siempre con la nuestra. La lengua sometida no calumnia, no murmura, no protesta, no ora precipitadamente pidiendo al Señor que retire su mano disciplinadora, sino que deja a la prueba realizar su obra completa (Stg. 1: 3-4). Y quien ha sometido su lengua puede someter todo su cuerpo (vida) y eso, hermanos, es santidad: la sumisión absoluta al señorío del Espíritu Santo. Que no se nos olvide, primero la lengua (actitud interna del corazón), pues podemos callar por fuera y por dentro estar ardiendo, luego el cuerpo. Primero pensamos bien en nuestros corazones y luego hablamos y vivimos bien.
La murmuración,
que incluye los chismes contra el hermano,
pero sobre todo contra Dios;
esto es, las quejas, las pataletas, los lloriqueos,
la no aceptación de su control
o gobierno soberano de nuestras vidas,
como su voluntad perfecta,
buena y agradable para nosotros.
Esto es refunfuñar contra Él, regatear con Él,
esquivar el precio, rehuir el fuego transformante;
en fin, rechazar la obra de la Cruz en
nuestras vidas, y seguir haciendo
lo que nos viene en gana,
saliéndonos siempre con la nuestra.
Llega el tiempo de que en la iglesia se hable clara y públicamente lo que se tenga que decir o callar para siempre. Es ya la hora de sacar la ropa sucia para lavarla delante de todos (Mar. 3: 3-5). Tienen que acabarse el secretismo y los chismes, las verdades a medias, las insidias y las intrigas. Seamos valientes por fin, para expresar lo que pensamos de todo y de todos, en justicia; seamos transparentes, sinceros, de ojo sencillo y así podremos al fin arreglar nuestras diferencias. Porque si hablando claro se entiende la gente, cuanto más debiéramos hacerlo entre hermanos. ¿Conoce alguien una forma mejor de atajar la murmuración? Lo que no nos atrevamos a decir públicamente, no lo digamos en privado; lo que no diríamos delante del interesado, no lo digamos en su ausencia. ¡Hablemos claro! Dejemos que cada miembro pueda expresar sus opiniones, sus amarguras, sus miedos, sus desacuerdos, dejémosles hablar sin temor a censura o castigo. Tengamos la humildad, la grandeza y la gallardía de dar espacio a la discrepancia de opiniones, sin temor a que se caiga el mundo por ello (1ª Cor. 14: 26).
Sobre todo, llegó la hora de dejar de lloriquear y de quejarse, condición previa para la bendición: "no llores" (Luc. 7: 13). Llegó la hora de creerle a Dios y esperar en Él, pase lo que pase, "aunque la tierra sea removida" (Sal. 46: 2, 10). Porque lo contrario es murmurar contra Dios, algo así como llamarle torpe e inútil director y custodio de nuestras vidas. Eso, hermanos, es rebelión.
"Y Josué hizo cuchillos afilados y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot" (v. 3).
Continua en la Parte 2
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